
                                        Título original: My Week 
                                        with Marilyn 
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos / Reino Unido, 2011
                                        Dirección: Simon 
                                        Curtis
                                        Guión: Adrian 
                                        Hodges, basado en los libros de Colin 
                                        Clark
                                        Con: Michelle Williams, 
                                        Kenneth Branagh, Eddie Redmayne, Julia 
                                        Ormond, Judi Dench
                                        Duración: 99 minutos
                                        Calificación: 
                                        Apta para todo público
                                        Género: Biográfico 
                                        / Drama
                                        Sitio Web: http://myweekwithmarilynmovie.com/
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: En 
                                        1956, Marilyn Monroe (Michelle Williams) 
                                        era la máxima estrella femenina 
                                        de Hollywood. Sir Laurence Olivier (Kenneth 
                                        Branagh), el mayor actor británico 
                                        de su tiempo, la convoca para rodar una 
                                        película en Londres como su coestrella, 
                                        nada menos que El Príncipe 
                                        y la corista. La llegada a Londres 
                                        de Marilyn para el rodaje revoluciona 
                                        la ciudad, al mismo tiempo que Olivier 
                                        trata de atender sus múltiples 
                                        exigencias y manejar sus inseguridades 
                                        a la hora de actuar. 
                                      Colin Clark (Eddie Redmayne), un estudiante 
                                        de cine, se las arregla para trabajar 
                                        en la producción y para su sorpresa 
                                        lo comisionan como asistente de la "diva" 
                                        americana. Él se siente atraído 
                                        por la actriz, que también se interesa 
                                        por él y le abre su mundo interior 
                                        donde lucha con su fama, su belleza y 
                                        su deseo de convertirse en una gran actriz.
                                      Basada en las memorias escritas por Clark 
                                        y nominada para dos premios Oscar, incluyendo 
                                        Mejor Actriz (Michelle Williams).
                                      El guionista Adrian Hodges había 
                                        estado en el libreto de Tom y 
                                        Viv (Brian Gilbert, 1994).
                                      
                                      
                                        MARILYN NO ERA DE ESTE MUNDO
                                      "Mi semana con Marilyn"
                                      El pasado 5 de agosto de 2012, se cumplió 
                                        medio siglo de la extraña muerte 
                                        de Marilyn Monroe - en circunstancias 
                                        aún no aclaradas -, de un mito 
                                        del star system hollywoodense, 
                                        y de una mujer-niña muy herida 
                                        por la vida, desde su infancia abandónica. 
                                        Deambuló desde pequeña por 
                                        diferentes orfanatos, familias adoptivas, 
                                        que fueron marcando posteriormente esa 
                                        imperiosa necesidad de ser amada, esa 
                                        inseguridad y fragilidad afectivas, que 
                                        se escondían detrás de su 
                                        belleza incomparable, de su piel transparente, 
                                        de su eterno encanto, de sus lentes negros, 
                                        de su envolvente sonrisa, de una cierta 
                                        melancolía en su mirada.
                                      Bertram Stern, el fotógrafo norteamericano 
                                        que le sacara más de 2570 fotos 
                                        antes de morir, llegó a decir que 
                                        cuando la conoció olvidó 
                                        que estaba casado, olvidó su vida 
                                        en New York. La vio y se enamoró. 
                                        En The Last Sitting, 
                                        libro en el cual rememora este romance 
                                        de la diva con la cámara fotográfica, 
                                        expresa que Marilyn era "transparente, 
                                        hermosa, trágica y compleja". 
                                        Stern pudo captar lo que otros no pudieron, 
                                        su intimidad, esa zona tabuada de su personalidad, 
                                        "ese mucho más" que había 
                                        detrás de su apariencia, de los 
                                        lugares comunes respecto de su belleza, 
                                        de efigie rubia platinada y tonta, que 
                                        para algunos "sabía mover 
                                        muy bien el trasero y acariciar con las 
                                        pestañas". 
                                      Marilyn no ha muerto. Antes que los barbitúricos 
                                        hicieran su efecto, intentó hacer 
                                        una última llamada telefónica, 
                                        que el poeta Ernesto Cardenal en su creación, 
                                        expresase como el deseo que Dios estuviese 
                                        del otro lado de la línea. Más 
                                        allá del ícono ascendente 
                                        y sufriente que fue, seguramente encontró 
                                        la paz que este mundo lleno de tribulaciones 
                                        le negó. No obstante es "vida 
                                        abierta" y memoria viva. Cómo 
                                        olvidar su lucha por ser la actriz dramática 
                                        que no fue, pero sí la comediante 
                                        respetable que fue. O su ingenuidad y/o 
                                        inocencia que la llevaban a las más 
                                        inesperadas e inteligentes o sabias respuestas. 
                                        Hay títulos cinematográficos 
                                        en los cuales su divina presencia nos 
                                        acompañará por siempre, 
                                        como Mientras la ciudad duerme, 
                                        La malvada, Vitaminas 
                                        para el amor, Torrente 
                                        pasional, Los caballeros 
                                        las prefieren rubias, La 
                                        comezón del séptimo año, 
                                        Una Eva y dos Adanes 
                                        para citar algunos.
                                      Este introito nos llevará al film 
                                        británico Mi semana con 
                                        Marilyn, dirigido por el realizador 
                                        debutante, Simon Curtis, y guionado por 
                                        Adrian Hodges. Está basado en dos 
                                        libros evocativos del autor británico 
                                        Colin Clark (My Week with Marilyn 
                                        y The Prince, the Showgirl and 
                                        Me), los cuales narran los entretelones 
                                        de la realización de El 
                                        Príncipe y la corista 
                                        de 1957, que fuera protagonizada por Marilyn 
                                        Monroe en la cúspide de su estrellato 
                                        y por el gran actor Sir Laurence Olivier, 
                                        también director del film.
                                      El film que nos convoca de 2011, se detiene 
                                        en la semana en la que Monroe (Michelle 
                                        Williams), fue escoltada por Colin Clark 
                                        (Eddie Redmayne) en Gran Bretaña, 
                                        luego que su marido, el famoso dramaturgo, 
                                        Arthur Miller (Dougray Scott) la abandonara, 
                                        para la desesperación del príncipe 
                                        Sir Laurence otrora, ahora encarnado por 
                                        el actor Kenneth Branagh.
                                      La reconstrucción epocal, ambiental 
                                        de los años 50, es muy profesional. 
                                        Se rodó en el mismo estudio que 
                                        El Príncipe y la corista, 
                                        en el mismo camerino que utilizara Marilyn, 
                                        en la misma casa que alquilara y viviera 
                                        durante el rodaje de 1957. La película 
                                        de Curtis entrega al espectador un film 
                                        cálido y humano sobre la diva, 
                                        que no estaba preparada para los sinsabores 
                                        de la fama, que exasperaba a Kenneth Branagh 
                                        quien la odiaba y la admiraba, a quien 
                                        le molestaba su impuntualidad, sus desapariciones, 
                                        el frecuente olvido de los diálogos, 
                                        el método actoral aprendido en 
                                        el Actor´s Studio que seguía 
                                        la revolucionaria metodología de 
                                        Stanislavskii, e intentaba imponer un 
                                        "naturalismo espiritual" y una 
                                        escrupulosa verosimilitud escénica, 
                                        que se contraponían con lo que 
                                        él sustentaba respecto de la actuación 
                                        rigurosa, sistemática, presidida 
                                        por la "lógica" del sueño. 
                                        A su vez, Laurence-Branagh quedaba fascinado 
                                        cuando una toma salía bien, y "no 
                                        podía dejar de mirarla".
                                      La actriz estadounidense Michelle Williams 
                                        (Blue Valentine, La 
                                        isla siniestra), da vida a la 
                                        parte humana del mito, del símbolo, 
                                        poniendo el acento en su fragilidad, en 
                                        sus propios fantasmas, en sus cuestionamientos 
                                        histriónicos, en sus dificultades 
                                        en su matrimonio con Miller, en sus relaciones 
                                        con Branagh-Laurence y con su esposa Vivien 
                                        Leigh (Julia Ormond), quien había 
                                        encarnado con mucho éxito a la 
                                        corista en el teatro. La actitud de la 
                                        primera actriz de la escena londinense 
                                        es diferente. Dame Sybil Thorndike interpretada 
                                        por Judi Dench, es amigable, le brinda 
                                        apoyo a un alma perdida en los sedantes, 
                                        con gran magnetismo y sutileza.
                                      Colin Clark como tercer asistente de 
                                        dirección, es un joven maravillado, 
                                        deslumbrado. La película relata 
                                        el encuentro entre dos personas falibles, 
                                        incomprendidas. Él - en un significativo 
                                        diálogo - la admira por su talento 
                                        y Marilyn porque él tiene una familia. 
                                        Se escapan de las presiones del trabajo 
                                        una semana, logrando que Marilyn vislumbre 
                                        aprehender un rayo de felicidad, de luz, 
                                        lejos de la industria que devora a sus 
                                        hijos, de las rivalidades, de los celos, 
                                        de los desencantos, de las burlas, de 
                                        las crueldades.
                                      No hay duda que la performance 
                                        de Williams es muy digna, dado el desafío 
                                        que se le presentaba. Logró pedir 
                                        por Marilyn más comprensión, 
                                        haciéndola muy querible, fresca, 
                                        entrañable.
                                      Pero Marilyn no era de este mundo. Era 
                                        una criatura celestial y única.
                                      P. M.