
Título original: Moonlight
País y año de producción:
Estados Unidos, 2016
Dirección: Barry
Jenkins
Guión: BJ, sobre
historia de Tarell Alvin McCraney
Con: Trevante Rhodes,
Ashton Sanders, André Holland,
Naomie Harris, Mahershala Ali
Duración: 111
minutos
Calificación:
No apta para menores de 15 años
Género: Drama
Sitio Web: moonlight.movie
Reseña argumental:
Chiron es un joven afroamericano con una
difícil infancia y adolescencia,
que crece en una zona conflictiva de Miami.
A medida que pasan los años, el
joven se descubre a sí mismo intentando
sobrevivir en diferentes situaciones.
Durante todo ese tiempo, Chirón
tendrá que hacer frente a la drogadicción
de su madre y al violento ambiente de
su colegio y su barrio.
UN AMBICIOSO
ENVOLTORIO
La dura vida de un tímido
joven en Miami, y en plena zona de narcotraficantes,
que también debe soportar burlas
y agresiones en su lugar de estudios,
una madre adicta a las drogas, y un contexto
que en ocasiones le ofrece la posibilidad
de ser escuchado, comprendido.
El puntapié inicial
para esta historia dividida en tres partes
(infancia, adolescencia y adultez del
protagonista) lo dio un proyecto universitario
de Tarell Alvin McCraney (docente, escritor
de obras teatrales), que finalmente fue
adaptado y llevado a la pantalla grande
por Barry Jenkins, aquí en su segundo
largometraje, que cuenta con Brad Pitt
como coproductor ejecutivo.
Y queda en evidencia
que el director de Luz de luna
(2016) prefiere volcarse mucho más
a lo visual. Declarado admirador de la
Nouvelle Vague, aquí curiosamente
plantea una narración cronológica
a la que en algún momento McCraney
le sugirió hacerla contando varias
etapas de la vida del personaje principal
al mismo tiempo. Jenkins, sin embargo,
optó por matizarla en base a los
estados de ánimo de sus personajes:
planos fuera de foco para transmitir confusión
y desconcierto, actores que miran la cámara
entre desafiantes y desesperanzados, el
significativo uso del color en una estupenda
fotografía, la fusión de
imágenes, movimientos en cámara
lenta.
Todos estos recursos
los pone pero al servicio de una simple
y para nada sólida historia, lo
que termina sobredimensionando un drama
(incluso con su muy buena banda sonora)
que se queda corto en lo que respecta
a la contundencia, al desarrollo psicológico
de los personajes principales, que dentro
de la orquestación de Jenkins aportan
muy poco.
AY