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                                      Título 
                                      original: Un oso rojo 
                                      País y año de producción: 
                                      Argentina, 2002 
                                      Dirección: Adrián 
                                      Caetano 
                                      Guión: Adrián 
                                      Caetano 
                                      Con: Julio Chávez, 
                                      Soledad Villamil, Luis Machín 
                                      Duración: 94 minutos 
                                      Calificación: No 
                                      apta para menores de 15 años 
                                      Género: Drama / 
                                      Policial 
                                      Sitio Web: http://www.litastantic.com.ar/unosorojo/index.htm 
                                    Reseña 
                                      argumental: El día en el 
                                      que su hija Alicia cumple un año, 
                                      Oso cae preso luego de un asalto. A los 
                                      siete años, queda en libertad y se 
                                      dispone a reconstruir la relación 
                                      con la niña, quien vive con su madre 
                                      y su nuevo marido. Apremiado por ciertas 
                                      circunstancias, el protagonista se ve obligado 
                                      a cometer un delito para proteger a lo que 
                                      él aún considera su familia. 
                                    El director 
                                      Adrián Caetano es de origen uruguayo; 
                                      había dirigido Bolivia 
                                      (1999) y co-dirigido Pizza, birra, 
                                      faso (1997), junto a Bruno Stagnaro. 
                                       
                                       
                                       
                                       
                                      Curiosidades: 
                                      Julio Chávez y Soledad Villamil ya 
                                      habían estado juntos en Un 
                                      muro de silencio (1993), dirigida 
                                      por la propia productora de esta película, 
                                      Lita Stantic. 
                                       
                                       
                                       
                                       
                                       
                                      A DOS PUNTAS 
                                       
                                       
                                      No es fácil volver a recomponer las 
                                      piezas, luego de haber estado un buen rato 
                                      en la cárcel, y más cuando 
                                      todavía se intentan recobrar viejas 
                                      deudas a mafiosos de poca monta (pero siempre 
                                      peligrosos), con el objetivo de sanear la 
                                      economía de seres queridos. Seres 
                                      que ahora parecen darle la espalda a un 
                                      hombre que se la jugó una vez y cayó 
                                      preso, y al que no le va a quedar otra más 
                                      que volver a la senda del delito, luego 
                                      de salir de prisión.  
                                       
                                       
                                       
                                      El problema económico es la causa 
                                      principal, sí, pero los sentimientos 
                                      de dolor son aún mayores. Sentimientos 
                                      que llegan a codearse con el gran amor que 
                                      un ser humano tiene por su familia y, en 
                                      especial, por una hija que apenas vio nacer, 
                                      que creció bajo el cuidado de su 
                                      madre y el respaldo de un padrastro progresivamente 
                                      endeudado por apostar en las carreras de 
                                      caballos. 
                                       
                                       
                                       
                                      El protagonista intenta llenar un vacío 
                                      incluso emocional, claramente visible por 
                                      dentro; un pedazo que le fue arrancado por 
                                      una mala jugada. Ese pedazo se simboliza 
                                      de varias maneras, desde el propio título 
                                      hasta citas a uno de los Cuentos 
                                      de la selva de 
                                      Horacio Quiroga ("Las medias de los 
                                      flamencos"). Pero incluso hay un fuerte 
                                      lazo con la propia realidad argentina, en 
                                      algunos sectores deteriorada completamente 
                                      por factores sociales y económicos. 
                                       
                                       
                                       
                                      El guión de Caetano apela a paralelismos 
                                      donde entran a jugar elementos de la propia 
                                      cultura de la vecina orilla, en un contexto 
                                      fílmico cuyos participantes son víctimas 
                                      a veces hasta inconscientes de un sistema 
                                      que los observa trabajar, sufrir injustamente 
                                      y también morir en un abrir y cerrar 
                                      de ojos, pero "con gloria", eso 
                                      sí, como dice la letra del himno 
                                      argentino que se escucha en la banda sonora, 
                                      mientras transcurre una de las sangrientas 
                                      escenas del final. 
                                       
                                       
                                      La música tropical tampoco falta 
                                      para acompañar las acciones del protagonista; 
                                      aquí con una simple composición 
                                      de La Coco Band, mucho menos incisiva y 
                                      vinculada a la dura realidad que otras (de 
                                      la misma manera que las de rap y hip-hop 
                                      lo hacen en Estados Unidos) pero efectiva, 
                                      al fin, como parte de un panorama cuyo personaje 
                                      principal aparece ante un destino que ya 
                                      jugó sus cartas y en medio de una 
                                      situación donde, a pesar de todas 
                                      las injusticias, hay que acostumbrarse a 
                                      sobrevivir, y si hay alguna chance de mejorar 
                                      (sea cual sea) a vivir. 
                                       
                                       
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