
Título original: 8 Mile
País y año de producción:
Estados Unidos, 2002
Dirección: Curtis
Hanson
Guión: Scott Silver
Con: Eminem, Kim Basinger,
Brittany Murphy
Duración: 110 minutos
Calificación: No
apta para menores de 12 años
Género: Drama /
Musical
Sitio Web: http://www.8-mile.com/
Reseña argumental:
Joven aspirante a cantante de rap y hip hop intenta abrirse camino
en medio de un contexto bastante complicado, donde no faltan pandillas
rivales, mucho odio acumulado y problemas familiares.
El director
Curtis Hanson había dirigido películas
como Malas compañías
(1990), La mano que mece la cuna
(1992) y Los Ángeles al desnudo
(1997).
Curiosidades:
La película ganó el Oscar
a Mejor Canción de 2002 y, por tanto,
se ha convertido en la primera del género
rap / hip-hop en obtenerlo. El intérprete
de la misma es el famoso cantante blanco
Eminem, cuyo nombre artístico deriva
de las iniciales de su verdadero nombre,
Marshall Mathers (M&M).
8 Mile: Calle de las ilusiones
narra lo que ocurre durante una semana en
la vida del personaje y se ubica a mediados
de la década del ´90, coincidiendo
con muchos hechos que el cantante Eminem
atravesó realmente por aquel entonces.
Kim Basinger ya había trabajado para
Hanson en Los Ángeles al
desnudo (1997).
SIN
BARRERAS
La historia es ficticia pero posee muchos
más rasgos autobiográficos
de los que uno puede llegar a pensar respecto
al polémico cantante estadounidense
Eminem. El guión de Scott Silver
da prueba de ello y también es consciente
que está llevando un pedazo de vida
real a la pantalla grande, no tanto a través
de hechos sino de experiencias internas
de tiempo presente u otras ya vividas, donde
el personaje (que casi es lo mismo que decir
el actor) tuvo que pasarlas y bastante feas
prácticamente desde su nacimiento,
con padre desaparecido y adolescente de
15 años que lo parió.
Es curiosa la decisión de Curtis
Hanson, a la hora de dirigir este trabajo,
aunque no así el resultado final
de 8 Mile: Calle de las ilusiones.
Hanson es un hombre muy capaz, al momento
de plasmar con sólidas imágenes
las interesantes historias que decide realizar.
Aquí no brilló tanto como
en otros trabajos, pero igual se las rebuscó
y con creces, en medio de un libreto algo
esquematizado, por momentos, pero con pasajes
de real interés, donde la propia
subcultura que respiran estos personajes
de Detroit se hace sentir, ya sea como espectáculo
y también como mecanismo de expresión.
Claro que no llega al nivel de antecedentes
mucho más serios y menos dramatizados
como Slam (Marc Levin,
1998), sin ir más lejos, donde un
joven combate la violencia y los malos momentos,
justamente, haciendo la misma poesía
(en el caso de Eminem son más bien
elaboradas canciones de rap y hip-hop) al
momento de comunicar algo que se considere
urgente, necesario.
Se ha hablado, sí, que gracias a
Eminem es que la película de veras
interesa. Y es cierto, pero no hay que olvidar
que aquí el cantante hace prácticamente
de sí mismo. El mérito es
el temple que mantiene en su debut, y la
verdad, quizá, esté en el
próximo film que haga, siempre y
cuando no interprete a un personaje parecido.
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