En el artículo "Lit Cigarettes: The 90's", publicado
en enero de 2000 en el sitio web Senses of
cinema www.sensesofcinema.com,
el crítico Adrian Martin hacía un catalogo de
lo que él veía común en el cine de los ´90, incluso
del que a él le gustaba. Dentro de ese catálogo
entraba lo que dio en llamar "The All knowing
Unknowing", algo así como "El desconocimiento
que sabe todo".
Martin se refería a Kevin Williamson, "Scream"
(Wes Craven, 1996)
y "South
Park" (Trey Parker y Matt Stone, 1999);
películas, directores y guionistas autoreferentes,
que dan por hecho que todo el mundo conoce la
cultura pop, que ya no hay misterios para investigar.
O mejor dicho, que las tramas de esas películas
se basaban en la cuestión de cuan explícita es
la referencia. Esto disgustaba a Martin, que prefería
el cine de Chabrol, Egoyan y Cronenberg, o sea,
cineastas que no dejan que sus protagonistas -
y sus espectadores - sepan todo lo que va a pasar,
que no dejan entrar la cultura pop a sus películas,
y que el misterio incluido en sus films no es
revelado a medias hasta el final, si es que alguna
vez llega a revelarse.
La excelente ópera
prima de Sofía Coppola, Las
vírgenes suicidas, es una obra cuya trama
encierra un misterio: ¿por qué se suicidaron las
hermanas Lisbon? Esa interrogante nunca es contestada,
y la estructura misma del largometraje contribuye
a incrementar dicha incógnita.
Antes de ser un
trabajo acerca de las hermosas hermanas Lisbon,
Las vírgenes... es un film acerca de la
idealización de ellas por parte de los vecinos
adolescentes. Y la misma es construida en base
a lo muy poco que se sabe sobre las chicas. Se
trata de cinco hermanas (aunque pronto en la película
el número baja a cuatro) que son, básicamente,
prisioneras de sus padres (o, mejor dicho, de
una madre represiva y un padre sin personalidad),
que viven aisladas en su hogar y que han recreado
un mundo propio del cual nadie más forma parte.
Coppola (Sofía) nos pone del lado del narrador
del film, alguien que no pertenece al centro del
conflicto. De esta forma, la obra se arma a partir
de lo ajeno, dando una solución inusual e inteligente
al problema, que plantea contar una historia en
la que nadie, salvo los personajes que han muerto,
saben el por qué de su resolución.

Sofía Coppola dando instrucciones a Kirsten
Dunst en Las vírgenes suicidas.
La construcción de estas "vírgenes suicidas",
hecha por los "protagonistas" adolescentes de
la película, es la misma que la del film. Al igual
que en las
obras de Terence Davies o en casos como el de
Felices
juntos (1997) de Wong Kar Wai (y a pesar de
que estos directores manejen una estética sumamente
diferente a la empleada por Sofía Coppola), Las
vírgenes... se estructura a través de fragmentos.
Y estos pueden provenir tanto del diario de una
de las hermanas, como de testimonios de gente
que estaba un tanto afuera del conflicto. Son
muy pocas las veces que entramos al hogar de la
familia Lisbon, y generalmente lo hacemos a través
de intermediarios, ya sea el cura que viene a
avisarle a la madre de la familia que ha fichado
la muerte de su hija Cecilia, como accidente en
vez de suicidio, o del pretendiente de la más
subversiva (o la que tiene más protagonismo en
el film) de las hermanas, Lux (Kirsten Dunst,
desde ya una muy buena actriz).
La referencia
a Terence Davies no es casual. Según las tres
películas que han sido exhibidas en Uruguay; Voces
distantes, imágenes quietas (Distant voices,
still images, 1987; estrenada en Cinemateca en
1993),
El mejor de los recuerdos
(The long day closes, 1992; editada directamente
en video) y La
Biblia de neón (The neon Bible, 1995; exhibida
en televisión para abonados), se puede asegurar
que Davies es un director que utiliza la constante
de la memoria. Sus films están estructurados alrededor
de objetos banales o comunes y escenas más parecidas
a fotografías que usan el recurso de la música y de la canción
popular para activar el recuerdo (especialmente
en Voces...
y El mejor...). Sofía Coppola usa recursos similares en su film. En cierto punto
el narrador (una voz en off muy bien utilizada
de Giovanni Ribisi) dice que las hermanas Lux
se convirtieron en "la
lista más trivial de hechos mundanos".
Aquellos detalles, a primera vista insustanciales,
obtienen una importancia inmensa, porque son lo
único que mantiene fresco el recuerdo de esas
cinco hermanas. Son las cosas a las que los personajes
masculinos se aferran, pensando que hay una clave
para entender algo que siempre se les va a escapar.

Otro valor notable de la película es la forma
en que esta narrada, con un tono sobrio, un tanto
frío y tranquilo. Aquí no hay catarsis explosivas
ni diálogos emotivos que puedan llegar a tocar
el "corazón de la gente". Las vírgenes...
tampoco quiere ser un análisis "sociológico" del
suicidio entre adolescentes, de la manera en que
lo haría un flojo telefilm, algo que, a pesar
del aire de extrañeza que respiran ciertos pasajes
de la película, la convierte en un trabajo mucho
más realista de lo que parece. También es extremadamente
interesante la reconstrucción de época, que escapa
a los lugares comunes en los cuales caen la mayoría
de las obras ambientadas en los 70's. Si bien
Sofía Coppola da nota de la hipocresía y el chusmerío
del ambiente, y teniendo en cuenta que buena parte
de las canciones que se escuchan en el film son
de música disco, parece querer quedarse
con las imágenes bucólicas y un poco cursis de
esa década, pero no para parodiarla, sino para
rescatar una hermosura oculta y olvidada (también
recalcada por la banda sonora del grupo francés
Air), sin ningún tipo de miedo al ridículo.
Al
final del film ningún misterio ha sido revelado.
El motivo, la causa que hizo que Mary, Therese,
Bonnie, Lux
y Cecilia hayan muerto no es explicada. Podemos
discutir muchas teorías, pero nunca sabremos la
realidad. Eso nos deja como los varones enamorados
de las Lisbon, que nunca podrán olvidarlas. Y
que ese misterio e incertidumbre no moleste resulta
una señal de gran inteligencia por parte de su
directora.
LAS
VÍRGENES SUICIDAS (The Virgin Suicides) -
Estados Unidos, 1999. Dirección: Sofía Coppola.
Guión: Sofía Coppola, basado en la novela de Jeffrey
Eugenides. Con Kirsten Dunst, Josh Hartnett, Kathleen
Turner, James Woods, Scott Glenn, Danny de Vito,
Giovanni Ribisi. Duración: 97 minutos. Calificación:
No apta para menores de 18 años. Editó: RONLAY
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