DOS PELÍCULAS
PARA UNA ASOMBROSA HISTORIA REAL

La
película original, Hachiko monogatari
(1987)
El estreno de Siempre a su lado (2009),
del realizador sueco Lasse Hallström, volvió
a poner en primer plano el tema del afecto y la
lealtad entre animales y seres humanos, más
precisamente entre un famoso perro Akita japonés
llamado Hachiko y su amo, Eisaburo Ueno, un científico
agrónomo que daba clases en el Departamento
de Agricultura de la Universidad Imperial de Tokio,
y cuyo encuentro con el perro fue absolutamente
casual.
Esta historia
ya había tenido una primera y mejor versión
en 1987, más fiel a lo que pasó
en la realidad, titulada Hachiko monogatari,
donde el director Seijiro Koyama y el reconocido
cineasta, aquí libretista, Kaneto Shindo
(quien sigue haciendo películas a sus 98
años) le aportaron una visión un
tanto más dramática, a diferencia
de lo que hizo Hallström, que en esta remake
optó por un enfoque bien esquematizado,
edulcorado, olvidándose del nivel que demostrara
en sus primeros y notables trabajos (El
año del arco iris, El
bosque de los niños mágicos,
¿A quién ama Gilbert Grape?)
y siguiendo en esa misma línea industrial
de ejercicios irregulares que ha hecho durante
los últimos años (Las reglas
de la vida, Atando cabos,
Chocolate).
CUANDO EL CINE SE ACORDÓ

El perro real, en 1932
Un año antes del estreno de Hachiko,
Japón volvía a sorprender al mundo
con la exitosa Las aventuras de Chatrán
(Masanori Hata, 1986), que seguía las travesuras
del ya famoso gato atigrado, quien conocía
a su incondicional amigo, el perro Pousquet, para
luego dejarlo boyando en el medio del bosque,
al quedar fascinado con una gata blanca. Un poco
en broma y otro tanto en serio, el mejor amigo
del hombre no venía teniendo suerte en
el cine nipón, aunque sí bastante
repercusión en la taquilla.
No hace mucho,
la historia de los perros siberianos de Rescate
en la Antártida (Frank Marshall,
2006) aportaba su versión algo azucarada
de otra historia real ocurrida en 1958, que fue
mucho más cruel de lo que al final se vio
en la película y que supo ser reflejada
en la primera versión de este hecho verídico,
en la película japonesa Antarctica,
dirigida por el malayo Koreyoshi Kurahara en 1983,
donde se veía lo que pasaba con un grupo
de perros atados en una base antártica,
sin comida y a la intemperie, esperando ser rescatado
por investigadores, luego de que pasara la tormenta
y por falta de espacio en el helicóptero
durante el primer viaje, previo al fenómeno
climático.
Pero Hachiko
sigue siendo una de las mejores películas
con perros que se han visto en las últimas
décadas, sobre todo por la madurez y la
sensibilidad que tuvo para reflejar la historia
de un animal que pasa los primeros dos años
de su vida con su amo, acompañándolo
incluso a la estación de trenes cuando
éste iba a trabajar, y volviendo al atardecer,
al mismo lugar, a esperarlo. Cuando el profesor
muere inesperadamente a los 54 años de
una hemorragia cerebral, dictando una conferencia,
el perro igual continuó yendo todos los
días a la estación, durante casi
diez años, sin importar el clima, y sentándose
en el mismo lugar de siempre para aguardar el
día entero el regreso de su amo.
A diferencia de
la remake, esta versión original toma lugar
en la década del ´20, que fue cuando
se dieron los hechos (tuvo distinciones en festivales,
justamente, por su dirección artística),
mientras que Siempre a su lado
se ambienta a partir de mediados de los ´90
y con un profesor de música, interpretado
por el también coproductor Richard Gere.
Por otra parte,
la dramatización de algunos hechos en Hachiko
no apuntaba de ningún modo al golpe bajo
sino a retratar el desinterés y el egoísmo
de personas que incluso pertenecían a la
familia del fallecido profesor, lo cuidaban por
un tiempo, y luego, por más que se habían
encariñado un poco con el animal, se mudaban,
dejándolo echado a su suerte, sin comida,
refugio y peleando contra perros callejeros. A
pesar de todo eso, y con gente que lo alimentaba
y le ofrecía un hogar, Hachiko siempre
se las ingeniaba para escapar y volver a la estación,
esperanzado en ver a la única persona que
realmente quería.

La estatua que hoy se puede
ver frente a la estación de trenes de Shibuya
(Japón)
Tanto el nacimiento del cachorro, filmado al comienzo
de la película, como cerca del cierre,
donde entran en juego algunos valores de la cultura
japonesa, por eso del encuentro entre el amo y
su perro después de la muerte, constituyen
momentos magníficos del film, del mismo
modo que el último plano que justamente
por esa creencia puede vérselo hasta como
un final feliz o, dependiendo de cada uno, como
algo muy desgarrador. Esta historia de sufrimiento
y sacrificio, de amor y abandono, igual tiene
al final su recompensa.
Gracias a la historia
de Hachiko (1923-1935), que salió en un
importante diario japonés en 1932, los
Akita, que estaban casi extinguidos a principios
del siglo XX (se dice que quedaban 30 de pura
raza en todo el país), fueron objeto de
demanda por parte de numerosos habitantes de Japón,
que los siguen valorando por su lealtad. También
motivó la construcción de una estatua
de bronce en su honor, en 1934 y frente a la estación
donde el perro solía esperar a su amo.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, las
estatuas fueron fundidas por los japoneses para
construir armamento aunque luego se le hizo otra,
en 1948 y a pedido de los vecinos, que es la que
hasta hoy se puede ver, en medio de la plaza que
queda frente a la estación de trenes de
Shibuya.
MÁS
CASOS EXTRAORDINARIOS

Otra foto del verdadero
Hachiko
La historia real indica que la viuda del profesor
terminó vendiendo la casa y se mudó
al sur de Japón, dejando el perro a unos
familiares del esposo. Luego pasó a manos
de su jardinero, que vivía cerca de la
estación, y finalmente a dormir en dicho
lugar, muriendo en realidad a pocas cuadras de
ahí, por problemas en su riñón,
el 8 de marzo de 1935, a las 6 y media de la mañana,
según el nuevo guardia de la estación
por aquel entonces, que se dedicó a cuidar
al animal encarecidamente, cada vez que aparecía.
Hachiko había nacido el 10 de noviembre
de 1923.
Mucho se ha dicho
e investigado sobre este misterioso comportamiento
canino. La particular devoción del perro,
su sensibilidad, el insólito sentido de
orientación que tiene, y en especial el
de precognición, que le permite adelantarse
a algunos acontecimientos, han sido objeto de
varios estudios y experimentos, aunque los resultados
siguen siendo enigmáticos, en el sentido
de que numerosos científicos e investigadores
no han podido dar realmente en el blanco respecto
al famoso sexto sentido del animal.
El caso de Hachiko
no fue el primero ni el último, tanto en
la pantalla grande como en la vida real. En 1912,
el cine plasmó la historia de un terrier
escocés (que suele destacarse por su coraje
y tenacidad), nacido en Edimburgo, que estuvo
14 años junto a la tumba de su amo (de
hecho la estatua que luego le hicieron mira hacia
ese lugar), un granjero que terminó trabajando
como policía y que al final falleció
de tuberculosis. El perro era alimentado en una
taberna cercana al lugar y vivió entre
1856 y 1872. Además del film mudo, hubo
una versión Disney en 1961, dirigida por
Don Chaffey, y una más, protagonizada por
Christopher Lee en 2005.
Entre otros
casos famosos, no podía faltar el del perrito
uruguayo "Gaucho", de Villa del Carmen,
en Durazno, que se dio durante los ´60 y
principios de los ´70. Al enterarse que
su dueño había sido llevado al hospital
Emilio Penza, recorrió más de 50
kilómetros para estar junto a él.
Luego lo siguió acompañando en el
cementerio. El pueblo duraznense le hizo un monumento
frente al lugar donde descansa su amo. |