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Hachiko y Siempre a su lado
DOS PELÍCULAS PARA UNA ASOMBROSA HISTORIA REAL

por AY (diciembre, 2010)


La película original, Hachiko monogatari (1987)





El estreno de Siempre a su lado (2009), del realizador sueco Lasse Hallström, volvió a poner en primer plano el tema del afecto y la lealtad entre animales y seres humanos, más precisamente entre un famoso perro Akita japonés llamado Hachiko y su amo, Eisaburo Ueno, un científico agrónomo que daba clases en el Departamento de Agricultura de la Universidad Imperial de Tokio, y cuyo encuentro con el perro fue absolutamente casual.

Esta historia ya había tenido una primera y mejor versión en 1987, más fiel a lo que pasó en la realidad, titulada Hachiko monogatari, donde el director Seijiro Koyama y el reconocido cineasta, aquí libretista, Kaneto Shindo (quien sigue haciendo películas a sus 98 años) le aportaron una visión un tanto más dramática, a diferencia de lo que hizo Hallström, que en esta remake optó por un enfoque bien esquematizado, edulcorado, olvidándose del nivel que demostrara en sus primeros y notables trabajos (El año del arco iris, El bosque de los niños mágicos, ¿A quién ama Gilbert Grape?) y siguiendo en esa misma línea industrial de ejercicios irregulares que ha hecho durante los últimos años (Las reglas de la vida, Atando cabos, Chocolate).


CUANDO EL CINE SE ACORDÓ


El perro real, en 1932





Un año antes del estreno de Hachiko, Japón volvía a sorprender al mundo con la exitosa Las aventuras de Chatrán (Masanori Hata, 1986), que seguía las travesuras del ya famoso gato atigrado, quien conocía a su incondicional amigo, el perro Pousquet, para luego dejarlo boyando en el medio del bosque, al quedar fascinado con una gata blanca. Un poco en broma y otro tanto en serio, el mejor amigo del hombre no venía teniendo suerte en el cine nipón, aunque sí bastante repercusión en la taquilla.

No hace mucho, la historia de los perros siberianos de Rescate en la Antártida (Frank Marshall, 2006) aportaba su versión algo azucarada de otra historia real ocurrida en 1958, que fue mucho más cruel de lo que al final se vio en la película y que supo ser reflejada en la primera versión de este hecho verídico, en la película japonesa Antarctica, dirigida por el malayo Koreyoshi Kurahara en 1983, donde se veía lo que pasaba con un grupo de perros atados en una base antártica, sin comida y a la intemperie, esperando ser rescatado por investigadores, luego de que pasara la tormenta y por falta de espacio en el helicóptero durante el primer viaje, previo al fenómeno climático.

Pero Hachiko sigue siendo una de las mejores películas con perros que se han visto en las últimas décadas, sobre todo por la madurez y la sensibilidad que tuvo para reflejar la historia de un animal que pasa los primeros dos años de su vida con su amo, acompañándolo incluso a la estación de trenes cuando éste iba a trabajar, y volviendo al atardecer, al mismo lugar, a esperarlo. Cuando el profesor muere inesperadamente a los 54 años de una hemorragia cerebral, dictando una conferencia, el perro igual continuó yendo todos los días a la estación, durante casi diez años, sin importar el clima, y sentándose en el mismo lugar de siempre para aguardar el día entero el regreso de su amo.

A diferencia de la remake, esta versión original toma lugar en la década del ´20, que fue cuando se dieron los hechos (tuvo distinciones en festivales, justamente, por su dirección artística), mientras que Siempre a su lado se ambienta a partir de mediados de los ´90 y con un profesor de música, interpretado por el también coproductor Richard Gere.

Por otra parte, la dramatización de algunos hechos en Hachiko no apuntaba de ningún modo al golpe bajo sino a retratar el desinterés y el egoísmo de personas que incluso pertenecían a la familia del fallecido profesor, lo cuidaban por un tiempo, y luego, por más que se habían encariñado un poco con el animal, se mudaban, dejándolo echado a su suerte, sin comida, refugio y peleando contra perros callejeros. A pesar de todo eso, y con gente que lo alimentaba y le ofrecía un hogar, Hachiko siempre se las ingeniaba para escapar y volver a la estación, esperanzado en ver a la única persona que realmente quería.


La estatua que hoy se puede ver frente a la estación de trenes de Shibuya (Japón)



Tanto el nacimiento del cachorro, filmado al comienzo de la película, como cerca del cierre, donde entran en juego algunos valores de la cultura japonesa, por eso del encuentro entre el amo y su perro después de la muerte, constituyen momentos magníficos del film, del mismo modo que el último plano que justamente por esa creencia puede vérselo hasta como un final feliz o, dependiendo de cada uno, como algo muy desgarrador. Esta historia de sufrimiento y sacrificio, de amor y abandono, igual tiene al final su recompensa.

Gracias a la historia de Hachiko (1923-1935), que salió en un importante diario japonés en 1932, los Akita, que estaban casi extinguidos a principios del siglo XX (se dice que quedaban 30 de pura raza en todo el país), fueron objeto de demanda por parte de numerosos habitantes de Japón, que los siguen valorando por su lealtad. También motivó la construcción de una estatua de bronce en su honor, en 1934 y frente a la estación donde el perro solía esperar a su amo. Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, las estatuas fueron fundidas por los japoneses para construir armamento aunque luego se le hizo otra, en 1948 y a pedido de los vecinos, que es la que hasta hoy se puede ver, en medio de la plaza que queda frente a la estación de trenes de Shibuya.

MÁS CASOS EXTRAORDINARIOS


Otra foto del verdadero Hachiko



La historia real indica que la viuda del profesor terminó vendiendo la casa y se mudó al sur de Japón, dejando el perro a unos familiares del esposo. Luego pasó a manos de su jardinero, que vivía cerca de la estación, y finalmente a dormir en dicho lugar, muriendo en realidad a pocas cuadras de ahí, por problemas en su riñón, el 8 de marzo de 1935, a las 6 y media de la mañana, según el nuevo guardia de la estación por aquel entonces, que se dedicó a cuidar al animal encarecidamente, cada vez que aparecía. Hachiko había nacido el 10 de noviembre de 1923.

Mucho se ha dicho e investigado sobre este misterioso comportamiento canino. La particular devoción del perro, su sensibilidad, el insólito sentido de orientación que tiene, y en especial el de precognición, que le permite adelantarse a algunos acontecimientos, han sido objeto de varios estudios y experimentos, aunque los resultados siguen siendo enigmáticos, en el sentido de que numerosos científicos e investigadores no han podido dar realmente en el blanco respecto al famoso sexto sentido del animal.

El caso de Hachiko no fue el primero ni el último, tanto en la pantalla grande como en la vida real. En 1912, el cine plasmó la historia de un terrier escocés (que suele destacarse por su coraje y tenacidad), nacido en Edimburgo, que estuvo 14 años junto a la tumba de su amo (de hecho la estatua que luego le hicieron mira hacia ese lugar), un granjero que terminó trabajando como policía y que al final falleció de tuberculosis. El perro era alimentado en una taberna cercana al lugar y vivió entre 1856 y 1872. Además del film mudo, hubo una versión Disney en 1961, dirigida por Don Chaffey, y una más, protagonizada por Christopher Lee en 2005.

Entre otros casos famosos, no podía faltar el del perrito uruguayo "Gaucho", de Villa del Carmen, en Durazno, que se dio durante los ´60 y principios de los ´70. Al enterarse que su dueño había sido llevado al hospital Emilio Penza, recorrió más de 50 kilómetros para estar junto a él. Luego lo siguió acompañando en el cementerio. El pueblo duraznense le hizo un monumento frente al lugar donde descansa su amo.


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