FANTASMAS CON
ARROZ

La diferencia entre las películas de terror
tailandés con el cine de género
de otros países asiáticos no es
tanta, si se tiene en cuenta lo proporcionado
por la famosa y prolífica nueva ola de
terror oriental, impulsada hace más o menos
una década y en donde el género
tomó otro impulso e incluso mucha trascendencia
en Occidente. En Tailandia no pululan tanto las
mujeres de blanco con largas cabelleras negras,
sino más bien espíritus que siempre
merodean a los mortales, fantasmas que reniegan
la muerte física, otros que desean poseer
cuerpos para llegar a cabo su venganza, con los
monjes budistas y doctores expertos en casos sobrenaturales
como principales aliados. A su vez, del otro lado
de la pantalla, los espectadores han tenido el
compromiso de pararse ante el himno del Rey en
cada una de las funciones que se pasa en los cines
(el gobierno es una monarquía constitucional),
viéndose fragmentos durante algunos segundos
sobre su vida, con la bandera tailandesa de fondo.
La única forma de acceder a algunas de
las películas que aquí se nombran
(las que van de los ´80 hacia atrás)
es a través de sus respectivas descargas
en Internet; todavía hay que tener la suerte
de que se puedan conseguir los subtítulos,
tarea casi imposible, también para ver
y sobre todo escuchar sin problemas.
ALMAS EN PENA
Los famosos fantasmas, sin embargo, no siempre
fueron los enemigos. Ya en las décadas
del ´60 y ´70 se empezaban a ver historias
de amor más bien rurales donde, por ejemplo,
un hombre trataba de hacer volver a la vida el
espectro de la mujer que amaba, y su flamante
pareja hacía lo imposible para impedirlo.
También triángulos amorosos donde
jóvenes enamoradas terminaban asesinadas
o suicidándose ante situaciones insostenibles,
para luego volver a vengarse desde el más
allá, haciendo justicia con los mortales.
La década
del ´70 ya empezaba a consolidarse como
la época dorada del cine tailandés.
El año que empezaba a mostrar una cara
distinta (no solo económica) fue 1973,
donde el cine de género daba paso a otro
diferente, abocado a los problemas sociales y
muy lejos de aquella censura que ya desde la década
del ´30 ponía nerviosos a los realizadores.
Muchas leyendas
siguen siendo contadas, básicamente por
esposas y abuelas a sus familiares y descendientes
(siempre el miembro antiguo del grupo es el más
respetado y reverenciado). Silbar durante la noche
o dormir al lado del ropero puede ser una tentación
para atraer malos espíritus, que pueden
maldecir a uno si bromea, canta o golpea el tazón
de arroz mientras está comiendo. Los ángeles
pueden ofenderse y traer mala suerte si se afila
un cuchillo... durante la noche. Más vale
no tener relaciones sexuales los días santos
porque sucederían cosas horribles, ni levantar
un caramelo del piso; más vale dejárselo
al fantasma. Si alguien no quiere que entre un
espíritu maligno al hogar, le convendría
no pararse en la puerta. Y menos que le diga a
un bebé que es lindo, porque el espectro
vendrá a eliminar a la pobre criatura.
Para evitar la mala suerte es mejor cortarse el
pelo cualquier día de la semana, menos
los miércoles. Insultar una imagen de Buda
podría equivaler a un viaje inmediato al
infierno.
Estas creencias
han influido tanto como el propio cine norteamericano
que pudo exhibirse en países orientales.
A pesar de que la invasión hollywoodense
tuvo su auge en el mercado tailandés durante
los ´90, es probable que la influencia de
algunos films estadounidenses y de países
europeos, que llegaban de a cuentagotas, terminara
gravitando en algunos artistas locales, quienes
fusionaban todo con las tradicionales leyendas
urbanas y rurales de su país. En 1981 se
produjo una película que puede resultar
curiosa, dada su historia; un médico le
extirpa los ojos a un paciente con el fin de curar
a su esposa para que pueda volver a ver. Pero
la víctima regresa como fantasma para tomar
venganza. Quitando el lado sobrenatural, la obra
podría emparentarse con la de El
monstruo humano (Walter Summers, 1939),
notable trabajo protagonizado por Bela Lugosi,
con el expresionismo y la calidad del francés
Georges Franju (cofundador nada menos que de la
Cinemateca Francesa) en Los ojos sin cara
(1959), y más que nada con la producción
de Charles Band, El sótano del
horror (Michael Pataki, 1976), ese oscuro
y perturbador clásico, bastante olvidado
hoy día dentro del género, que fue
estrenado directamente en video en Uruguay por
una compañía llamada... ¡Grupo
Águila!

Shutter:
La foto viene con sorpresas
Si bien hubo películas taquilleras como
Ghost Money (1981), sobre ladrones
que roban metales preciosos a cadáveres
y luego son perseguidos por los espíritus
de los difuntos, también se creó
la exitosa y famosa versión tailandesa
de El exorcista (William Friedkin,
1973). Claro que también hubo casos como
el de una producción de 1987, donde el
cine tailandés quizás haya servido
como fuente de inspiración; su argumento
terminó inspirando vagamente a Ju-On:
The Grudge (2003) de Takashi Shimizu.
Algunas películas pueden encontrarse en
VCD, especialmente aquellas que se bajan de Internet,
aunque la mala calidad de imagen y sonido no tienen
que ver con la grabación sino con el propio
estado en que estaban hechas las películas
originales (problemas de sonido y doblaje mal
sincronizado, básicamente).
Lo cierto es que
en los ´80 y ´90 la producción
tailandesa descendió considerablemente
por las crisis financieras, aunque poco antes
de comenzar el nuevo milenio Tailandia se suma
a la llamada "nueva ola de terror oriental",
gracias a la exitosa Nang Nak
(Nonzee Nimibutr, 1999), con argumento algo parecido
a El sexto sentido (1999) del
hindú M. Night Shyamalan, en el sentido
de que aquel hombre que viene de la guerra luego
de un largo tiempo no se da cuenta que está
viviendo con su esposa ya muerta, quien todavía
guarda alguna sorpresita vinculada a una famosa
leyenda sobre la mujer fantasma que es capaz de
todo con tal de conservar a su marido.
La mezcla de comedia
y terror tampoco faltó a la cita en Body
Jumper (Haeman Chatemee, 2001), ni tampoco
las historias fantásticas con brujería
y magia negra de por medio (Bangkok Haunted,
de 2001, codirigida por uno de los hermanos Pang,
los de El ojo; especialmente
Krasue, producida en 2002, y
la primera parte de Art of the Devil,
de 2004), o relatos cortos que respetaban, de
alguna manera, a los árboles de las distintas
regiones tailandesas que albergaban sus respectivos
fantasmas en Lhorn / Soul (Arphichar
Phopairoj, 2003). Algunas películas ya
tenían un enfoque más bien comercial,
eran producidas dentro de una industria ya consolidada,
y de ahí que también pudieran verse
fuera de Tailandia, en otros países de
Oriente. La influencia de Occidente hoy día
gravita y mucho, a tal punto que la cultura tailandesa
ya no aparece de la misma manera que antes, y
eso también se nota en las obras que se
producen.
El gran salto
(en todo sentido) vino con The Unborn
(Bandhit Thongdee, 2003), una coproducción
entre Tailandia y Tanzania, sobre camarera drogadicta
que va a parar a un hospital luego de ser atacada
por un narcotraficante. Allí descubre que
estaba embarazada, mientras el fantasma de una
mujer comienza a enloquecerla con sus tenebrosas
apariciones, aunque ella duda de si son alucinaciones,
y también de las intenciones del espíritu.
El enorme problema
que está enfrentando el mercado no solo
tailandés sino también buena parte
del asiático es la piratería, que
hoy día se ha tornado algo incontrolable,
debido a la gran cantidad de copias que circulan
y que realmente golpean las boleterías
de los cines, a tal punto que muchas producciones
son lanzadas directamente en DVD e incluso se
llegan a conocer en Occidente a través
de festivales de cine fantástico. Actualmente
la producción tailandesa ronda casi las
40 películas anuales, y casi no encuentra
obstáculos para ser exhibida en países
asiáticos cercanos y también mucho
más allá de fronteras.
Tal es el caso
de películas que han ganado premios en
el festival de Cannes, y otras, como Shutter:
Están entre nosotros (Banjong
Pisanthanakun, Parkpoom Wongpoom, 2004), que pudieron
llegar finalmente a circuitos comerciales de Brasil,
Argentina y Uruguay, gracias al éxito que
tuvieron fuera del continente sudamericano y no
solo en Tailandia o países asiáticos
como Taiwan, Singapur y Malasia; la Fox ya ha
comenzado el rodaje de una remake. También
las comedias y las historias épicas siguen
sin pasar desapercibidas por boleterías.
La producción
tailendesa más reciente que ha venido llamando
la atención, por su parte, ha sido Dek
hor / Dorm (Songyos Sugmakanan, 2006),
dueña de una mención especial en
el reciente festival de cine Berlín y que
en su segunda mitad toma la dimensión de
un drama totalmente impensado, a propósito
de tímido joven cuyos padres lo obligan
a estudiar en un colegio, donde debe vivir y compartir
con alguien (o algo) una habitación sobre
la que todos sus malvados compañeros hablan
y en la que ninguno desea estar.
LEYENDAS REVELADAS

De izquierda a derecha:
Banjong Pisanthanakun, el guionista Sopon Sukdapisit
y el otro codirector, Parkpoom Wongpoom
La historia de Shutter nace a
partir del accidente que una pareja tiene en la
carretera de una zona rural, durante la noche;
atropellan sin querer a una mujer pero no se detienen
en el lugar del hecho. Esto lleva a que las cosas
en Bangkok ya no sigan siendo las mismas; él
es un fotógrafo que percibe extrañas
figuras en sus fotografías y a la vez su
mujer es atormentada por terribles pesadillas.
Por si fuera poco los amigos cercanos a la pareja
comienzan a morir inexplicablemente.
La idea vino a
partir de las curiosas apariciones en fotos que
los realizadores vieron sobre la masacre que se
produjo en Bangkok durante una protesta estudiantil
en 1973, donde murieron 77 personas (todos estudiantes).
Shutter
fue dirigida por dos jovencísimos realizadores
tailandeses, Banjong Pisanthanakun y Parkpoom
Wongpoom (ambos con 24 años, al momento
de hacer la película). Pisanthanakun es
crítico cinematográfico, trabajó
para la televisión (ahí conoció
a Wongpoom), y supo recorrer varios festivales
asiáticos con sus cortometrajes previos.
Shutter fue la película
más taquillera de 2004 en Tailandia y eso
lo llevó a otro largo (Alone)
que también codirigió junto a Wongpoom
y que se estrenó recientemente en su país
de origen. Wongpoom tuvo una trayectoria similar,
aunque sus cortos no siempre han sido de corte
fantástico, igual que su colega.
"En mi
corto Colourblind un técnico
experto en reparar televisores no puede ver el
color rojo. Intentó ser una especie de
metáfora para alguien bastante alejado
del amor. Hay una mujer que le envía rosas,
pero dada su limitación para él
es imposible apreciar el significado de ese gesto...,
hasta que la ve y de ahí en más
solo aprecia el color rojo", decía
Pisanthanakun. "Discutimos bastante con
Parkpoom; incluso tenemos estilos y acercamientos
distintos, aunque mantenemos una extraña
compatibilidad en cuanto a formas de ser. Si en
algo no coincidimos, pues tratamos de hablar hasta
llegar a un acuerdo. A los dos nos gustan las
películas de terror, y es por eso que aquí
buscamos la manera de inquietar lo mejor posible
al espectador".
"La compañía
coproductora y distribuidora de Shutter,
por suerte, nos ha dado la libertad que quisiéramos
para seguir adelante con nuestros proyectos, incluso
a nivel individual y hasta exigiéndonos
cierto nivel de concepto y preparación
al momento de presentarles algo. La idea es explorar
otros géneros también; no quedarnos
solo con el terror. El público en Tailandia
sabe detectar cuándo una película
es buena o no. Y los productores también
lo saben; ellos ahora, aunque cueste creerlo,
están tratando de invertir en películas
más bien artísticas",
sostenía Wongpoom.
Pisanthanakun
anunció que entre sus próximos trabajos
hará un largometraje basado en la historia
real de una adolescente que descubre que tiene
el virus del SIDA y comienza a escribir un diario
íntimo en Internet, en uno de los portales
más populares de Tailandia. "Lo
que ella decía revelaba un optimismo sorprendente
para alguien que estaba a punto de morir."
Si muchos piensan
que en Shutter se van a encontrar
con amenazantes mujeres de pelo negro, como en
las sagas de Ringu o Ju
On: The Grudge, les avisamos que la cosa
no viene por ahí. En especial porque acá
no hay una maldición dispuesta a matar
todo lo que se le cruce por el camino; existe
una causa detrás de todo; simple pero bastante
efectiva. Y esto se enraíza con las leyendas
locales que el cine tailandés ha manejado,
notándose incluso la influencia de clásicos
como El exorcista o hasta un
homenaje al mismísimo Hitchcock. No obstante,
los directores manejan con mucha sutileza algunas
escenas, aprovechando ampliamente la composición
de planos, con alguna cámara de mano, previa
sugestión y luego apostando muchas fichas
a ese terror que se ve y al que en ocasiones le
cuesta inquietar al espectador. Hay escenas que
son realmente escalofriantes y la banda sonora
ayuda muchísimo a reforzar esas situaciones
tenebrosas, hasta psicológicamente perturbadoras,
que aparecen en cualquier momento y que entran
en un círculo que prácticamente
no da respiro. El tema de las fotografías
está muy bien manejado, ya que en la historia
se mezclan aquellas trucadas, con otras supuestamente
enigmáticas. Lo mismo ocurre con el espectro
que anda dando vueltas, ya que no siempre es intangible
y aparece tanto en pesadillas como en situaciones
reales.
El japonés Norio Tsuruta, en Ring
0: Birthday (2000), había intentado
hacer algo parecido con el personaje de Sadako,
dándole un toque distinto al aplicado por
Hideo Nakata en las dos primeras partes de la
saga original (en realidad terminó siendo
la mejor). Si bien hay una secuencia parecida
a una de El ojo (2002) de los
hermanos Pang (que se filmó en Tailandia
pero que era una coproducción entre Hong
Kong y Singapur), en Shutter
el guión está un poco más
trabajado; no se la juega mucho aunque igual deja
cierto espacio para acercarse a los sentimientos
del protagonista principal, al proceso de una
supuesta culpa, y a esas interrogantes cuyas respuestas
se limitan más bien a contextos sobrenaturales.
Es una película bastante modesta, para
nada ambiciosa, y muy bien resuelta, que pudo
llegar a cines uruguayos, saturados ya de versiones
hollywoodenses algo apáticas e innecesarias.
La Fox ya ha comprado los derechos y tiene previsto
el estreno de la remake para 2008. El film estará
dirigido por el japonés Masayuki Ochiai,
conocido por haber co-escrito y dirigido Hipnosis
/ El hipnotizador (1999), premiado film
sobre el misterioso caso de tres suicidas, y Kansen
(2004), que gira sobre un extraño virus
que afecta a los estresados empleados de un hospital
en bancarrota. |