Durante la Muestra de Cine en el Argentino
Hotel, conversamos con el director coloniense,
radicado en Chicago. Mientras todos
desayunaban, Islas estaba sentado aparte
en el Hall del Hotel.
RICARDO Y LA MAMÁ

En
el rodaje de Fauces de la noche
Andrés Caro - Hablar contigo
es un privilegio, porque más
allá de lo tuyo, de tu producción,
hay mucha sintonía. Además,
Ricardo, el otro privilegio que tuve
fue que en el ciclo que hizo Yamgotchian
participé de la exhibición
de una de tus películas con tu
madre y con tu hermano…
Ricardo Islas - Oh, sí,
sí…
AC - Estaban al lado mío…
Entonces, claro, uno escucha las expresiones
de los familiares… (Islas se destornilla
de risa) que no siempre son las deseadas…
(Islas sigue riéndose) Claro,
"Este muchacho", decía…
(ríe más sonoramente y
casi salta del asiento) ¿Cómo
reciben tus familiares estas cosas que
para ellos pueden resultar extrañas…?
RI - No, lo que pasa es que… ha
sido, te diría, hasta duro para
ellos el hecho de que yo no haya querido
ser un perito agrónomo que es
lo que quería mi vieja que fuera
(se ríe) Que me haya dedicado
a esto que en aquel entonces era visto
como una locura todavía más
grande de lo que es hoy. Hoy, mal o
bien, me encaminé y se puede
decir que vivo de esto… Pero para
ellos sigue siendo algo inexplicable…
(se ríe sonoramente). Pero ya
lo han aceptado porque hace tantos años
que no les queda otra.
EL NIÑO RICARDO Y EL
TERROR
AC - ¿Cuando chico ya estaba
este gusto por el comic, por el vampirismo,
el terror?
RI - Uno de los primeros libros, quizás
el primer libro que me regalaron…
El primero que me regalaron fue de terror
y era una versión pequeña
de una novela de Ira Levin. Ese fue
el primer libro en mi vida que leí
completo de ficción, y me atrapó;
y me atrapó el género.
Ya me había atrapado a través
de películas pero a partir del
libro me decidí por completo
a escribir, y luego a los doce años
mis padres mismos me regalaron, la culpa
es de ellos, la de Stephen King, La
hora del vampiro. Eso sí,
ese libro me mató. Me asustó,
además. Y de alguna manera me
marcó para películas como
Fauces de la noche.
Entonces sí, la respuesta es
sí, de niño yo escuchaba
las historias de mi viejo, siendo niño
niño, eh, cinco años,
que me contaba de las películas
clásicas de la Universal, de
Drácula de Lugosi,
Boris Karloff, Frankenstein,
y yo no las veía obviamente,
se las escuchaba a él contármelas,
me las imaginaba y las dibujaba y después
con el tiempo las dibujé como
historietas y luego empecé a
escribir, y luego a hacer películas…
Una especie de descubrir paulatino de
qué era lo que quería.
AC- ¿Ya estabas haciendo guiones?
RI - De alguna manera, sí. Porque
incluso si tú te ponés
a mirar los dibujos fijos de cuando
yo era un gurí de cinco o seis
años, a pesar de ser un dibujo
fijo, no una historieta, el dibujo contaba
una historia… Tenía como
diferentes facetas… Pasaban diferentes
cosas. Eventualmente descubrí,
como lector primero, luego estudié
en un curso por correspondencia del
CEAC…
AC - Varios pasamos por eso (se ríe
mucho)
RI- Descubrí cómo hacer
historietas… Y las hice, y hacía
una historieta, ya estaba en el liceo,
que se llamaba El Hombre Lobo
en el liceo y la editaba en
dos fotocopias por semana, y duró
como seis semanas, y con eso sacaba
para los bizcochos… Bárbaro…
Fue mi primer negocio.
EL LOBO DE PLENILUNIO: UNA MALDAD
CONTRA MÍ MISMO
AC
- Plenilunio... ¿tiene
que ver con eso, entonces?
RI - Sí, tiene que ver de alguna
manera con los cimientos que senté
con la historieta esa del Hombre Lobo,
en el liceo.
AC- Los dibujos que aparecen al final
de la película... ¿son
de aquella época?
RI - No son de aquella época,
los hice para Plenilunio
pero son de ese estilo. Era muy parecido
el lobo, no el lobo que se ve en Plenilunio,
que es un oso de peluche…
AC - ¡¿Por qué hiciste
eso?! ¡Es una maldad!
RI - Sí, es una maldad total
contra mí mismo y contra mi carrera
y mi estirpe… Una cagada…
No hay otra palabra para definirlo…
Hay gente que me lo trata de justificar,
y yo les digo: "Pero, no traten
de justificar, si no tenía plata
tendría que haber hecho otra
cosa pero no haberme puesto a coser
un montón de guata, un peluche
gigante". Fue un error garrafal
que cometí, de alguna manera
debido a que no confié en el
actor que estaba haciendo de lobizón
humano. No confié que iba a poder
darle la ferocidad que yo quería
de él cuando se transformara,
y fue una lástima porque primero,
este muchacho hizo muy bien el papel,
o sea fue una falta de confianza de
mi parte, si hubiera confiado en él
hubiera tenido una mejor película…
Plenilunio, de las
que hice en Uruguay, es una de mis favoritas
hasta que aparece Teddy Bear…
AC - La escena del teatro es realmente
de terror, con la mujer inválida…
RI - La escena del teatro donde no vemos
nada, funciona. Hay gente que dice,
claro, la solución para esa película
hubiera sido no ver nada al final, tampoco.
Ahí sí yo no estoy de
acuerdo. Porque uno no puede ir con
ese in crescendo de suspenso
y luego terminarla sin mostrar nada.
El error fue lo que mostré.
EL MONJE LOCO

Amor brujo, exhibida
en "Martes Fantásticos"
AC - Yendo un poquito para atrás,
en la época nuestra de chicos
estaba El monje loco.
RI - Pues claro, cómo no. El
monje loco. Yo venía
a Montevideo a la casa de una prima
que vivía por La Teja; en Colonia
era muy difícil de conseguirlo,
en Colonia no había monjes (se
ríe) pero aquí yo la iba
a buscar a quioscos y la compraba. Nunca
llegué a tener desgraciadamente
más de dos o tres números,
porque no vivía aquí…
Pero El monje loco me
fascinaba. Había diferentes historias.
Había una de vampiros…
Los vampiros siempre me apasionaron.
AC - ¿Trasladás a tu esencia
filosófica alguna de las cosas
que ponés en tus películas
o meramente es una diversión?
RI - No. Empezó probablemente
como una diversión aunque por
el hecho de que uno nunca formó,
ni ahora que estoy en Estados Unidos
ni cuando estaba en Uruguay, parte de
un engranaje o de una industria; siempre
es cine de autor; por lo tanto, a veces
consciente o a veces subconsciente,
uno le pone cosas de uno mismo. Probablemente
en mi etapa uruguaya haya sido más
que nada de un aprendizaje del lenguaje,
de un aprendizaje técnico del
lenguaje y por lo tanto el contenido;
yo estaba con la teoría de Hitchcock,
claro; a él le quedaba bien,
a mí no, de que el contenido
no importa y la estructura es todo.
Ya luego, al viajar, el empezar a vivir
experiencias personales muy fuertes,
que es lo que le pasa a cualquier persona
que emigra, me marcó de una manera
tal que se nota en todas las películas.
Entonces, si ves películas mías
vas a ver que son historias mucho más
humanas, aún cuando los personajes
atraviesen por vicisitudes sobrenaturales
o no, como Para matar a un asesino…
HISTORIAS DE INMIGRANTES
AC-
Es una película básicamente
policial…
RI - Sí, es una película
policial de suspenso que no tiene nada
sobrenatural; sí se puede decir
que es de terror porque el asesino es
muy feroz, pero de todas maneras estoy
de acuerdo contigo que es una película
de suspenso. A lo que voy es a esto,
uno puede leer esa historia como de
suspenso policial; un asesino contratado
para matar a otro asesino, pero también
uno puede leer esa historia como la
historia de un inmigrante que está
luchando con su esposa para abrirse
camino, y en eso, las experiencias que
él vive, trabajar en un estacionamiento
y más son cosas personales que
yo viví. El haber llegado a un
país y de pronto tener que estar
caminando… A mí me tocó
trabajar como inmigrante ocho horas
en un estacionamiento en la nieve, de
noche, caminando afuera a la intemperie
durante todo un invierno, porque tenía
que comer y no tenía otro trabajo.
Entonces, esas cosas que me pasaron
a mí yo se las trasladé
al personaje de la película y
creo que hace de alguna manera que los
personajes sean más creíbles
y más realistas. Están
basados en la realidad y ya no en películas
que vi antes, que es un poco lo que
hace Hollywood todo el tiempo, hace
remakes. Al principio, sí. Todas
las películas de mi primera etapa
estaban basadas en películas
que vi. No hay duda. Pero además,
sin ser Danger Four, que siguió
haciendo los Beatles para siempre…
AC - Pero uno le pone condimento propio.
RI - Claro que sí… Pero
al principio, cuando uno no tiene la
posibilidad de ir a una escuela de cine,
porque no la hay - ahora la hay, pero
no la había - lo único
que a uno le queda es aprender de la
mano de los que ya hicieron algo. Y
al agarrarse de la mano se parece mucho.
Pero cuando uno se suelta empieza a
entender su propio tranco. Eso no me
pasó hasta que me fui.
UN OUTSIDER CONFESO
AC-
Pero vos te sentís un outsider…
RI - Sí, siempre lo voy a ser.
Y a veces hasta lucho con eso, pero
ya me di por vencido.
AC - Pero no te veo en una escuela de
cine, a esta altura.
RI - No, no. No porque primero que nada
no creo tener… En todo caso, lo
que yo podría aprender en una
escuela de cine sería tener un
poco más de disciplina en cuanto
a los métodos de producción,
pero ni así porque la verdad
que a veces me he puesto a trabajar
con muchachos que egresan de escuelas
de cine, y están más confundidos
que.... Yo aprendí haciendo…
Muchos directores de antes aprendieron
haciendo… Estoy un poco fuera
de época. La forma en que llegué
al punto en mi carrera es una forma
en la que personas de mi edad difícilmente
llegan. Personas de mi edad en todas
partes del mundo han tenido ya la oportunidad
de ir a la escuela de cine, y mayores
también.
VIVIR
EN USA
AC
- La experiencia con tu madre fue ver
el documental de tu vida… La
mirada alterada. ¿Cómo
te ves vos reflejado en toda esa vivencia
desde Colonia, en un país semi
perdido, ir a Estados Unidos, Chicago?
¿Cómo te ves vos en ese
recorrido?
RI - La experiencia migratoria es un
error social. Y los que lo cometemos,
lo cometemos a ciegas porque es muy
difícil que te ilustren al respecto.
Vos sabés que la humanidad se
divide en nómades y sedentarios,
pero creo que la mayor parte somos sedentarios
y cuando somos nómades, lo somos
por necesidad. Se sufre muchísimo.
Yo hubiera deseado no haberme tenido
que ir. No fui de los que se fueron
y están desesperados por irse,
esto es una mierda, no; nunca pensé
que esto fuera una mierda; todo lo contrario.
A mí Uruguay me sigue gustando
mucho y ahora que regresé me
siento como en la gloria, pero las necesidades
por lo de ser outsider hicieron
que me tuviera que ir, al punto de que
antes de irme estaba prácticamente
pasando hambre, porque me había
quedado. Yo trabajaba en las escuelas
como profesor de inglés, me fui
a hacer la película Mala
sangre a Rocha y cuando estaba
allí había un nenito en
el lugar de filmación que tenía
varicela, y me la pegó. Entonces,
tomé dos semanas para terminar
la película, regresé aquí
y no pude volver a trabajar; estuve
tres semanas. La varicela cuando sos
adulto te mata, en cama, médico
y todo lo demás; no me creyeron,
y me despidieron. No me despidieron
ahí mismo pero al año
siguiente no me dieron más horas
y me quedé sin laburo de un día
para el otro. Y cuando no tenés
laburo en Uruguay, sí, tu familia
te trae una bolsa de papas para comer
guiso, pero está bravo. Y en
esas condiciones, la película
que yo había mandado a Chicago
resultó seleccionada y eso venía
con pasaje y todo incluido, y un poco,
para no seguir con una historia larga
y detallista, un poco por eso me fui,
y al estar en Chicago conocí
gente que me dijo: "¿Qué
estás haciendo allá? Quedate."
Uruguayos, incluso, y por eso me quedé.
Pero no fue una planificación.
En mi vida jamás pasó
por mi mente planificar irme a vivir
a Estados Unidos. Una coincidencia,
un accidente, y ahora conseguí
un trabajo, tengo familia y me quedo
allá. Vine a visitar a mi familia
después de ocho años,
y me voy en una semana y media otra
vez.
LA LEYENDA NEGRA DEL FONA
AC-
Contestame o no lo que te voy a preguntar,
pero hay una leyenda negra con respecto
a tu ida…
RI - (Se ríe) Como Artigas…
AC - El tema que te llevaste un dinero
del FONA.
RI - Yo me llevé un dinero del
FONA, el dinero me tocaba a mí.
El FONA daba 50 mil dólares para
hacer la película. Y yo gasté
en esa película 40 mil, más
o menos. Lo demás me lo llevé;
ése es mi sueldo. De todo el
grupo que trabajó en Miedo
silencioso, que fue una producción
sumamente complicada, de lo cual en
gran parte yo tengo la culpa porque
mi mente estaba en otro país,
no le di a la misma el cariño
y la dedicación que le di a otras
producciones anteriores. Un grave error
porque casi todos los que hacen cine
hoy en este país le deben ese
resurgir al FONA. El FONA reactivó
por completo al cine, y el FONA por
primera vez en su historia confió
en mí, en uno de los tres primeros
premios que entregó. Y yo en
eso me cagué. Y me fui. Dije,
"No, no importa; me voy a Estados
Unidos". Me habían
lavado el coco de quedarme allá
y me fui, y quizás debí
darle mucha más bola a esa película,
hacerla mucho mejor y haberme quedado
aquí. Y de repente seguir ganando
FONAS. Era muy difícil para mí.
Me plantée en ese momento: "Carajo,
me gané ese premio; sí,
qué bueno", pero al
mismo tiempo no puedo esperar en mi
vida vivir de premios. Y cuando vengo
aquí, veo cómo sigue funcionando
la rosca, las caras son siempre las
mismas, me digo a mí mismo: "Quizás
no me equivoqué". Quizás
hubiera seguido siendo el outsider
de Colonia y que le dieron un premio
como le dan una mascota una vez a alguien
queriendo decir "mirá,
esto es un experimento extraño,
pero olvidate en tu vida de volver a
ganar un premio". ¿Entonces
qué hacés? Estaría
dando todavía clases de inglés
en Colonia.
AC - Y haciendo películas como
relleno en la vida de uno.
UNA SOLA PERSONA NO COBRÓ

Para matar
a un asesino
RI - Sí, sí, ahora, respecto
a… porque eso no contesta a tu
pregunta… Contestando a tu pregunta,
en forma puntual, de todo ese grupo
que estuvo trabajando para mí,
hubo personas maravillosas, excelentes
de las que tengo un recuerdo muy bonito
y otras no tanto, como todo grupo humano.
Hubo solamente una persona a la cual
yo misma le dije en su cara: "En
tu vida vas a cobrar." Y esa
persona nunca cobró. Pero esta
persona agarraba el auto de la producción
y se iba a un hotel, y nos dejaba a
pata en la sierra, teniendo que bajar
con el equipo al hombro, entonces yo
se lo dije, no fue una cosa de sorpresa:
"Nunca vas a cobrar."
Y esa persona fue un poco la que agitó,
pero nadie más, te lo digo así;
nadie más que pueda pararse y
decir "yo no cobré".
Todos cobraron, desde el hotel a los
actores. A todos los demás sí
les entró, antes de que me fuera,
la paranoia de que no iban a cobrar,
instigados por esta mujer. Entonces,
en ese momento, cuando les entró
la paranoia, tuve que desconectar mi
celular allá en Colonia porque
era impresionante cómo llamaban:
"Te vas a robar la plata",
y no sé qué… Pero
lo que pasa es que el FONA daba la plata
en etapas y la última no me la
quisieron dar; tuve que pelearla, ir
a la Intendencia, pelear con el FONA
porque cuando vieron la película
no les gustó; no los culpo, entonces.
El que representaba a Canal 12, dijo:
"Esta película no podemos
pasarla al aire. No te vamos a pagar
los últimos 10 mil dólares",
entonces yo ahí me planté
y ojalá hubiera tenido una cámara
para filmar eso. Me planté ante
toda la comisión del FONA y les
dije: "Ustedes no se pueden
poner de exquisitos conmigo, cuando
compran cualquier basura de la televisión
argentina y la pasan todos los días.
Y el 12 es uno de ellos.",
que era el canal que me tocó
a mí en suerte. Y entonces aflojaron
los 10 mil dólares. Nos pagaron
después. Y con esos 10 mil dólares
pagué a todo el mundo, excepto
a esta mujer. A propósito. Esa
es la verdad de la leyenda negra.
AC - Yo te lo pregunto porque me parece
muy sano poder saber de ti mismo, lo
que realmente pasó.
RI - Así fue tal cual. Incluso
esta mujer tenía su pareja trabajando
dentro de la producción, y su
pareja cobró, pero ella no. Hasta
ese punto, porque ninguno de los dos
podía haber cobrado; los dos
estaban en una manera de complot de
todo lo que estaba ocurriendo, pero
el hombre sí, trabajó.
REGRESAR A COLONIA. UN SHOCK
AC
- Volviendo a cosas más gratas.
¿Ya volviste a Colonia?
RI - Yo llegué a Buenos Aires
el jueves, y el viernes estuve todo
el día con mi familia, y el sábado,
o sea ayer me vine para aquí,
pero en un rato me voy para Colonia.
AC - Los muchachos del liceo, por ejemplo,
¿los viste?
RI - No he visto a nadie, muy poca gente
en el puerto. Curiosamente el puerto
y mi casa quedan pegados; he visto a
poca gente en el puerto. No he visto
a nadie. Estoy deseando ver más
gente.
AC- Debe ser muy fuerte poder encontrarte
con toda la gente.
RI - Es un shock. Honestamente es un
shock del cual no termino de reponerme,
porque es un viaje que de alguna manera
soñé y planée durante
8 años, porque como te digo no
me fui contento, extraño personas
y extraño lugares, extraño
aromas, extraño sensaciones.
Estados Unidos es un país muy
frío. La gente es muy fría.
Creo que en 8 años no puedo decir
que he cosechado amistades, excepto
un par de españoles - curiosamente
no son de aquí - que nos juntamos
a comer y demás. Pero es un país,
muy, muy difícil.
AC - Te ofrece mucha cosa y te quita
otra.
RI - Es difícil hacer un balance
y 8 años no son suficientes;
son bastantes, pero yo diría
que no compensa. Todo lo que te puede
dar en materia de oportunidades y materialmente,
te lo quita en valores personales, en
valores humanos y en la falta de interacción
que te enriquece como persona, que aquí
puedes tener y que allá es imposible
tenerlo. Yo trabajo en un canal de televisión,
hago documentales de temas sociales,
me vinculo con personas de las más
diversas razas, idiomas y todo lo demás.
No es que estoy encerrado en un sitio
y aún así te digo, ese
país es como si..., es el sistema
no el país, es como que le come
la cabeza a la gente, no permite un
acercamiento humano. Forman caparazones
sociales. Se transforman en monstruos
sociales las personas y capaz que hasta
a uno mismo le afecta. Uno trata de
luchar con ello y por tanto se hace
muy difícil la vida a nivel personal.
Hay gente que no lo importa. Estaba
leyendo la otra vez una página
de uruguayos en el exterior que se llama
redota.com y la mayor parte de los uruguayos
decía "qué suerte
que me fui", hablaban mal
del país; no sé, hay gente
que tiene otra escala de valores pero
yo, será porque me crié
en un pueblo del interior, no concibo
dejar de lado lo personal. Y allá
hay que dejarlo. Pues si no lo dejas,
te ven como flojo o como ineficaz.
AC - Y en ese clima, ¿cómo
reunís a los actores para tus
películas?
RI - Estados Unidos es la tierra de
las oportunidades, entonces cuando uno
se transforma en el que da las oportunidades,
la gente llueve. Yo lo que hago es usar
Internet. Voy a hacer una película
y voy a lugares donde podés poner
mensajes buscando actores y llueve la
gente. Los actores, los técnicos...;
es fácil conseguir gente para
trabajar porque mucha, mucha gente quiere
ingresar a la industria. Donde yo estoy
no está la industria y por lo
tanto somos muy pocos los que hacemos
algo y tenemos el privilegio de ser
pocos. Todo el mundo quiere trabajar
con nosotros, y Chicago en particular,
al igual que Nueva York, son dos lugares
donde están las mejores escuelas
de actuación del país,
porque Los Ángeles tiene la industria
pero los actores… Por eso las
películas quedan como quedan,
pero Chicago es un semillero de actores,
entonces esos muchachos están
desesperados por una oportunidad de
mostrarse. Como las películas
mías allá sí se
han vendido, están en video clubes,
en todo lo demás, yo ya tengo
una reputación de que el que
trabaja conmigo va a tener exposición.
Eso hace que vengan, no te voy a decir
que paguen por trabajar, pero…
¿QUÉ OPINAN EN
USA DE RICARDO ISLAS?
AC
- ¿Qué opinión
de tus películas hay allá,
en Estados Unidos?
RI - Hay opiniones diversas pero la
verdad es que son bastante positivas,
a diferencia de aquí que sigo
siendo resistido. Es un país
tan grande que hay públicos específicos
para cada cosa. Una película
muy específica como la de anoche
tiene que ser presentada a un público
específico. Ayer hubo muchas
personas que se fueron de la sala y
era absolutamente previsible que iba
a ser así. En cambio, curiosamente,
esta misma película en el Festival
de Cine de Terror de Chicago ganó
el primer premio con votación
del público. Y no es que nuestro
público sea más o menos
inteligente, o más culto que
aquel, sino que simplemente el grupo
de personas que se nuclean allá
para comprar o ver una película
mía sabe a lo que van. Me va
bastante bien, lo que sí es que
durante varios años en Estados
Unidos cometí el error de querer
hacer películas en español.
Y la producción en español
dentro de Estados Unidos está
orientada hacia un público que
está acostumbrado a consumir
telenovelas, entonces lo que yo hice
era una cosa tan extraña que
me transformé todavía
en más outsider dentro
del outsider, y dejé
de hacerlo.
DARÍO ARGENTO
AC
- ¿Qué opinión
tenés de Darío Argento?
Hay algunas puntas tuyas parecidas con
Argento.
RI - Puede ser porque Argento tiene
muchas puntas parecidas con Hitchcock.
Por eso de repente ponés a Argento
y a mí, y a Brian de Palma, y
todos tienen cosas en común que
quizás no es porque se gustan
entre sí, sino porque gustan
de un maestro que está por encima
de ellos. Argento me parece atractivo
visualmente pero no sus contenidos.
Y nunca me gustó, a pesar de
que no soy… sí, confieso
que la película de anoche la
hice muy gore. No soy una persona que
guste demasiado del cine gore; prefiero
un suspenso construido de a poco.
ME CAGO EN LA ELITE INTELECTUAL
AC
- Ricardo, ¿por qué pensás
tú que en este país no
hay un respeto hacia la ciencia ficción,
hacia el gore, el terror? ¿Una
resistencia intelectual, de la elite
intelectual?
RI - Sí, sí, me cago en
la elite intelectual, honestamente.
La barrera entre el intelectual y el
intelectualoide es difícil de…
Ahora, contestando tu pregunta, es una
cuestión de números. Este
es un país de 3 millones de personas,
y en todas partes del mundo el género
de terror es resistido y relegado a
una minoría. Una minoría
en un país de 250 millones de
personas es una cosa, y una minoría
en un país de 3 millones es otra.
Ahora, lo otro que pasa aquí
es que, y eso siempre fue así
y en este Argentino Hotel anoche se
me reveló que no ha cambiado
nada, hay tenazas que mantienen todo
dentro del mismo círculo de personas,
con las mismas caras que son las que
tienen acceso a los medios de comunicación,
y por lo tanto los que llegan a las
masas, y esas personas son de una determinada
ciudad, un determinado círculo
y no van a darle acceso a algo que a
ellos personalmente no les llegue, y
son personas que están acostumbradas
culturalmente a un cine muy diferente
al cine de terror que yo propongo…
Y eso es todo. No creo que haya más
vueltas. Anoche habían unos muchachos
que habían venido de Montevideo,
que son estudiantes de cine y que les
gusta el cine de terror, y vinieron
específicamente a ver la película,
y salieron en una especie de éxtasis
sexual diciendo que la película
era la mejor que habían visto…
opuesto a lo que las otras personas
que abandonaron la sala… Pero
bueno, eran 3 y los otros eran 10.
EL FUTURO DE SUS GUIONES
AC
- Para terminar, Ricardo, la línea
que estás siguiendo, ¿apunta
más al suspenso, a lo policial,
nuevamente hacia el terror? ¿Otras
opciones?
RI - Estoy abierto a lo que sea. La
verdad es que en este momento estoy
en un punto en mi carrera, y he peleado
mucho para llegar a ese punto en el
que prácticamente puedo hacer
lo que quiera. Aquí era así
también, pero el precio era sangrar
permanentemente. Allá puedo hacerlo
con cierta comodidad y por lo tanto
las historias que escribo van a estar
de acuerdo con lo que siento en el momento.
Cuando escribí Para matar
a un asesino, la escribí
porque en ese momento acababa de salir
de un estilo de vida muy duro, del inmigrante
recién llegado y había
empezado a tener una vida más
cómoda, y la película
refleja la transición de un hombre
de la pobreza total con su familia,
a pesar de estar cómodo.
AC - ¿Un exorcismo tuyo?
RI - Siempre lo son. Todas las películas
que haga de aquí en más,
mi propuesta a mí mismo es, y
lo he disfrutado mucho haciéndolo
en los dos o tres últimos años,
es muy personal. Las que hacía
acá en Uruguay no eran tan personales.
Como te digo, estaba en una etapa de
aprendizaje técnico. Ahora si
eso va a hacer que sean películas
de terror, fantástico, gore o
policial, no lo sé. A mí
me sigue gustando mucho el terror sobrenatural.
Me apasiona. Es un tema que siempre
me ha gustado, lo cual no quiere decir
que no vuelva a hacer películas
como Para matar a un asesino.
Y también hay una realidad económica
y que tiene que ver con que estoy empezando
a tener cierta reputación dentro
de Estados Unidos, en el cine independiente,
y hay gente que se está acercando
a mí con propuestas concretas,
a veces con guiones propios o con dinero,
que quieren hacer algo mío, y
ahí es por encargo. Curiosamente,
para que veas, Para matar a
un asesino fue un trabajo por
encargo, a pesar de que es tan personal,
el productor que a su vez es el primer
actor me encargó con dos años
de anticipación que quería
financiar una película mía,
y yo la escribí para él,
al punto que el personaje de la película
se llama Salomón, y el actor
se llama Salomón Carmona. Pero
es por encargo, aunque le pongo experiencias
personales para hacerlo real.