
Título original: Black
Swan
País y año de producción:
Estados Unidos, 2010
Dirección: Darren
Aronofsky
Guión: Mark Heyman,
Andrés Heinz, John McLoughlin,
sobre historia de AH
Con: Natalie Portman,
Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey,
Winona Ryder
Duración: 108
minutos
Calificación:
No determinada a la fecha de preestreno
Género: Drama
/ Romance / Thriller
Sitio Web: http://www.foxsearchlight.com/blackswan/
Reseña argumental: Nina
(Natalie Portman), una brillante bailarina
que forma parte de una compañía
de ballet de Nueva York, vive completamente
absorbida por la danza. La habitual rivalidad
con su compañera Lily (Mila Kunis)
se agudiza extraordinariamente a medida
que se acerca el gran día del estreno.
Esta tensión provoca en Nina un
agotamiento nervioso y una confusión
mental que la incapacitan para distinguir
entre realidad y ficción.
El director Darren Aronofsky es conocido
por labores como Pi (1998),
Réquiem por un sueño
(2000) y El luchador
(2008).
DANZA MACABRA
Darren Aronofsky es sin duda uno de los
realizadores más personales del
panorama cinematográfico actual.
Sus películas se esperan con expectación
y sus estrenos se cuentan por verdaderos
acontecimientos. Tras la avalancha de
premios y elogios conseguidos por El
luchador, ahora se atreve a introducir
su cámara en el hermético
universo de la danza, un mundo desconocido
para la mayoría y al que el cine
se ha acercado tan sólo en muy
contadas ocasiones, siendo la más
recordada Las zapatillas rojas,
film británico de 1948 dirigido
y producido por The Archers, equipo formado
por Michael Powell y Emeric Pressburger.
El director vuelve a arriesgar en una
propuesta tan visceral como atractiva.
La historia de Nina Sayers, primera bailarina
del ballet de Nueva York que se enfrenta
a uno de los retos más importantes
de su carrera al tener que interpretar
una nueva revisión de "El
lago de los cisnes", de Chaikovsky,
transmite una fuerza y un derroche de
talento que atrapa al espectador desde
el primer fotograma y no le suelta hasta
el precioso desenlace.
A partir del tormento que vive la protagonista
por llegar a la perfección en su
trabajo, acrecentado por diversas presencias
colaterales que le presionan hasta la
extenuación: la madre castradora
y sobreprotectora que quiere que su hija
consiga los logros que a ella se le vetaron;
la competencia de otra bailarina que está
a la espera de cualquier resquicio para
arrebatarle el papel; la turbadora realidad
de su predecesora e incluso la constante
instigación por parte del director
de la compañía que quiere
explotar hasta límites extremos
su talento, el director explora de manera
brillante el desarrollo físico
y mental de su conejillo de indias. Aronofsky
coge a sus personajes y los pone a librar
una batalla interior que les lleva a su
propia destrucción. Al igual que
ocurría con el matemático
de Pi (su impactante
debut en la dirección), o el luchador
de The Wrestler (su cuarto
film que le valió el León
de Oro en el Festival de Venecia), la
bailarina a la que da vida Natalie Portman
(en el que es sin duda el mejor papel
de su carrera), lucha por perfeccionar
no sólo el don de bailar del que
ha sido dotada, sino todo el concepto
vital que representa para ella el reconocimiento
y la excelencia, llegando a obsesionarse
hasta tal punto que rayará la locura.
Si de algo es capaz Aronofsky es de extraer
en sus films interpretaciones dignas del
aplauso más ferviente, y aquí
lo consigue con Natalie Portman y de que
manera. La actriz, consciente del caramelo
que se le ofrece, derrocha una entrega
y una madurez encomiable, en un rol para
nada sencillo y en el que se deja literalmente
la piel en cada escena. Y ahí es
donde radica uno de los mayores logros
del film, ya que se consigue la simbiosis
perfecta entre una actriz que está
dando lo mejor de sí misma en una
trama en la que también se le exige
la perfección. El director consigue
aunar los aciertos más considerables
de sus anteriores trabajos en una de las
mejores películas que se han realizado
en el último lustro, e incluso
consigue introducir en el relato ingredientes
novedosos como son algunos elementos fantásticos
con reminiscencias del cine de terror
oriental (huesos que se rompen, figuras
que se mueven entre sombras...) e incluso
alguna secuencia que nos podría
transportar al universo del esperpento
de Valle Inclán (esos espejos que
devuelven a quien los mira su figura deformada,
ahondando así en la dualidad de
la personalidad de la protagonista). Y
a nosotros no nos queda más remedio
que disfrutar de una obra en la que convergen
un director y unos intérpretes
en auténtico estado de gracia (sería
injusto olvidar las magníficas
interpretaciones de actrices con roles
secundarios como Bárbara Hershey
como madre de la protagonista o Winona
Ryder como la Norma Desmond del mundo
del ballet), exceptuando eso sí
a un desconocido y apático Vincent
Cassel, que no acaba de encontrar el tono
de su personaje en ningún momento.
En definitiva, una obra en mayúsculas
recomendada a todos los amantes del buen
cine.