Reseña
argumental: Parecía ser sólo
otra leyenda urbana – una cinta de
video llena de imágenes espeluznantes,
seguida de una llamada telefónica
prediciendo la muerte en exactamente siete
días a la persona que la vio. Como
periodista que es, Rachel Keller (Naomi
Watts) escuchó el relato con escepticismo
hasta que cuatro adolescentes murieron misteriosamente,
exactamente una semana después de
haber visto la cinta de vídeo. Permitiendo
que su curiosidad investigadora la domine,
Rachel encuentra la cinta de vídeo...
y la mira. Ahora, debe buscar la ayuda de
su amigo Noah (Martin Henderson) para que
le salve la vida y la de su hijo (David
Dorfman). Únicamente les quedan siete
días para descifrar el misterio del
aro.
El director
Gore Verbinski había dirigido
Un ratoncito duro de cazar (1997)
y La mexicana
(2001), mientras que el guionista Ehren
Kruger ha participado en los libretos de
Intriga en la
Calle Arlington (Mark Pellington,
1999) y Scream
3 (Wes Craven, 2000).
Curiosidades:
Tanto en los sets de filmación de
Ringu
/ El Aro / El círculo y secuela
(Japón), como en los de
La llamada
(Estados Unidos),
hubo algunas interrupciones debido a extraños
accidentes que se dieron.
El
libro en el que se basa el film ya tuvo
dos series de televisión (1995 y
1997) y cuatro películas: la original
japonesa (El
Aro, 1998),
la secuela (El
Aro 2, 1998),
la precuela, donde se muestra todo lo que
pasó con la niña y su familia,
antes de la gran tragedia (Ringu:
Birthday) y
una versión coreana (Ringu
Virus,
que según dijeron algunos colegas
es espantosa), además de esta remake
americana desde la que se planea hacer otra
secuela para 2004 (parece que no les bastó
con lo que hicieron).
El personaje
de la madrastra de la niña se inspiró
en uno real que vivió en Japón
a principios de 1900. Era capaz de predecir
el futuro e incluso llegó a hacer
demostraciones en público, gracias
a un famoso psiquiatra que la descubrió
en 1910. La mujer (de nombre Mifune Chizuko)
se suicidó a los 25 años,
inyectándose veneno en uno de sus
brazos. El de la niña también
se inspiró pero en uno que nació
poco tiempo después de la muerte
de Chizuko. Su particularidad (y que la
remake no explica) es que tiene el poder
de la mujer mencionada más otro llamado
"nensha", que consiste en proyectar
mentalmente imágenes sobre mentes,
paredes, rollos, cintas, celuloide, placas
y en todo lo que uno pueda imaginarse. De
ahí que el famoso video tuviera las
imágenes que tiene, todas vinculadas
a su tortuoso pasado.
El
video del que todo el mundo habla (y se
asusta) cerca del final, precisamente, además
de aquel que no hay que ver porque conduce
a la muerte, está hecho (en El
Aro) directamente
con VHS, lo que le dá un toque más
casero, siniestro, oscuro y por lo tanto
creíble y terrorífico, mientras
que en la remake americana se trata de simular
que fue grabado con cámara VHS cuando
en realidad no fue así.
El
niño, que aquí aparece muy
a-la-Sexto-sentido, tenía, en la
película original, poderes psíquicos
que le permitían comunicarse con
la niña. Pero en La
llamada eso
no se aclara, dado que el personaje fue
concebido como un niño normal; gravísimo
error.
La brusca
reacción de los caballos se debe
a que también fueron influenciados
por la niña y porque además,
según algunos japoneses, los equinos
tienen facilidad para percibir hechos paranormales.
Al hacer eso comienzan a correr sin rumbo
y hasta enloquecen.
DE
LO BUENO Y DE LO MALO
La pregunta
que muchos se hacen cuando ven una película
extra-Hollywood que realmente vale la pena
es ¿cómo la industria se tira
a hacer su propia versión de algo
que no necesitaba de una remake? Siendo
complacientes con los parásitos que
allí habitan pues qué mejor
oportunidad de dar a conocer al mundo una
historia que en su versión original
circuló muy limitada. Ahora... ¿por
qué no se distribuye a través
de una transnacional la película
original? Porque no se obtendrían
tantas ganancias como haciendo una versión
propia (derechos) y porque en esta última
se agregarían actores que por ahí
asegurarían una buena recaudación.
Tampoco es conveniente mostrarle a la gente
algo tan siniestro y oscuro como El
Aro / El círculo y sí
algo un poco más pasteurizado como
La llamada,
donde ya de paso se "pulen" algunas
cosas técnicas y también se
le da un poco más de color a algo
que debe ser visto por la mayor cantidad
de gente posible (campañas de marketing
al firme) para así poder juntar la
tan ansiada platita por todo el globo.
La verdad
que hacer una remake que no se la juegue
por alguna variante respecto a la original
y que todavía copie ángulos
de cámara y escenas vitales, calcadas
de la producción japonesa, como que
no tiene mucha gracia. Son las mismas tomas,
las mismas acciones, los mismos resultados
y, por si fuera poco, quedan muchas cosas
colgadas que en la película original
estaban bien insertadas y justificadas,
con la intención de que el espectador
no se perdiera en baches argumentales que
sí tiene La
llamada y que ha llevado a mucha
gente a pedir explicaciones a la salida
del cine. Y esto es lógico, porque
esta nueva versión intenta resumir
las tres películas de la saga japonesa
(dos de Nakata y una de Tsuruta; ver informe
especial, más abajo).
De todas
maneras vamos a intentar aclararles algunos
(terribles) agujeros del propio relato,
gentileza del guión de Ehren Kruger.
El título original, para empezar,
no viene de un anillo ni de un aro (en este
caso vendría a ser la forma de la
boca del pozo de agua) sino del ruido que
el teléfono hace al sonar (¡Ring!).
De ahí que el título "La
llamada" se acerque mucho más
a la idea original que "El Aro".
Más
allá de que se acuse al equipo de
esta remake de prácticamente haber
copiado casi todo, no hay que desconocer
la capacidad como director de Gore Verbinski,
quien había demostrado lo suyo al
dirigir la peculiar comedia Un
ratoncito duro de cazar (1997), ni
tampoco la del guionista Kruger, que aportó
su inventiva para thrillers como Intriga
en la Calle Arlington (Mark Pellington,
1999) y hasta en Scream
3 (Wes Craven, 2000). Ambos logran,
aquí, salir a flote (un poco a la
manera de Gus Van Sant en la copia-remake
de Psicosis),
a pesar de tener la responsabilidad de "occidentalizar"
una visión nipona que tenía
sus particularidades.
La
llamada no se detiene a trabajar
la idea del mal en estado puro, que es incubado
por el propio antagonista, más allá
de los factores externos a los que está
expuesto. Esa misma idea, por cierto, era
la que sobrevolaba Noche
de brujas (1978), de John Carpenter,
respecto al asesino serial Michael Myers.
Pero también hay otras influencias
fundamentales (la de Poltergeist:
Juegos diabólicos
cae de maduro) y una de ellas es Videódromo
(1982), aquella película de David
Cronenberg donde James Woods manejaba una
estación pirata de cable en la que
extrañas imágenes y alucinaciones
se le colaban en la transmisión.
Más allá de las típicas
conexiones "cronenbergianas" (en
este caso mente y cuerpo influenciados por
mutaciones electrónicas), puede leerse
perfectamente, en la película original,
una crítica a la sociedad japonesa
y su avanzada tecnología, con una
cultura cada vez más individualista
y con seres muy aislados entre sí.
Otra película que puede venir a la
mente y que también es bastante obvia
es El Exorcista
(William Friedkin, 1973), desde las posesiones
hasta el propio maquillaje de la niña,
que se ve mucho más en La
llamada que en El
Aro.
Lo que La
llamada no aclara es que el video
de la muerte es en realidad una proyección
psíquica originada en el odio de
la sufrida niña, con poderes paranormales
y aquejada de varias alucinaciones que molestaban
muchísimo a sus padres adoptivos,
a tal punto que el padrastro la manda a
dormir al establo y luego la madrastra la
termina asfixiando con una bolsa para luego
arrojarla a un pozo de agua. A propósito
del video, una de las escenas del final,
que realmente asusta, es muy parecida a
la de uno de los episodios de Galería
Nocturna (1969), dirigido por Boris
Sagal, sólo que en la serie creada
por Rod Serling se usaba un cuadro en lugar
de un televisor.
Hay que
reconocer que la sugestión pudo haber
sido mayor en esta remake, que abusa bastante
de sobresaltos acompañados por fuertes
efectos de sonido. Es obvio que muchas películas
hollywoodeneses de los últimos años
han recurrido a esta fórmula, cuando
en realidad el verdadero susto puede venir
por otro lado y, por supuesto, puede ser
infinitamente mayor y superior.
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