
Título original: Adrift
País y año de producción:
Alemania, 2006
Dirección: Hans
Horn
Guión: Adam Kreutner,
David Mitchell, Collin McMahon, Richard
Speight Jr.
Con: Susan May Pratt,
Richard Speight Jr., Niklaus Lange, Ali
Hillis, Cameron Richardson
Duración: 95 minutos
Calificación:
No determinada a la fecha de estreno (en
Argentina: No apta para menores de 13)
Género: Suspenso
Sitio Web: http://www.adriftmovie.co.uk/
Reseña argumental: Un
fin de semana a bordo de un yate de lujo
se tuerce para un grupo de antiguos compañeros
de instituto que se olvidan de bajar la
escalerilla antes de bañarse en
el mar. Resulta imposible subir de nuevo
al barco, lo que les deja a la deriva,
a millas de la costa. Cuando finalmente
parece que han asimilado la dramática
situación, no tardarán en
sentirse exhaustos intentando mantenerse
a flote y luchando por volver al barco.
Pero enseguida el asunto toma un giro
terrible. Lo que comenzó siendo
una agradable reunión se transforma
en una lucha por sobrevivir.
BIEN DE RIPLEY
Como mal se informó en este mismo
portal al momento de su estreno y luego
de haber estado buscando material sobre
el increíble hecho real que inspiró
esta película alemana, estamos
ante un intento de secuela de Mar
abierto (Chris Kentis, 2003)
pero sólo como parte de una campaña
de marketing que nada tuvo que ver con
los productores europeos y que quería
hacerse eco del título del renombrado
film de Kentis, poniéndole "Open
Water 2" ("Mar abierto 2").
A la deriva (2006) no
tiene relación en absoluto con
esa otra terrible historia verídica,
aunque claro está que tienen en
común el hecho de que hay personas
en altamar y sin ningún tipo de
ayuda para volver a la costa, o como en
este caso, para volver a un yate. La causa:
un grupo de amigos que salía a
aprovechar el día para dar un paseo
en la flamante embarcación de uno
de ellos. Todos se tiran al agua a nadar,
ya sin tierra visible en el horizonte,
olvidándose de bajar la escalera
de la cubierta para poder retornar a bordo.
Parece un hecho bastante insólito
y hasta escolar que una simple acción
termine poniendo en juego la vida de esas
personas, que en el entusiasmo que tienen
se olvidan de algo que los manda a una
muerte segura, dado que es prácticamente
imposible que alguien pueda subir a bordo
tomando impulso desde el agua, sea ayudado
por una o incluso más personas.
Expertos en rescate marítimo lo
han dicho e incluso afirmaron que este
tipo de hechos se dan mucho más
seguido de lo que se piensa.
Los casos de "yates fantasma"
suelen aparecer cada tanto en zonas como
el Mar Caribe y las costas australianas.
Y muchos no se terminan resolviendo. Pero
el de esta película se inspira
en uno que ocurrió en el Mediterráneo,
en 1980. Diez personas eran las que quedaron
en el agua y todas murieron congeladas,
por hipotermia, luego de haber estado
flotando varias horas y con el clima en
perfectas condiciones. Cuando los investigadores
encontraron los cuerpos alrededor del
yate se pensó en un suicidio en
masa pero luego los expertos dedujeron
que estaban ante otro caso más
donde la tripulación olvidó
bajar la escalera desde la embarcación
antes de tirarse al mar. Incluso durante
la reconstrucción del hecho los
miembros de un equipo de waterpolo intentaron
subir al yate sin ayuda de la escalera
y les fue imposible.
Habría que decir que la película
se inspiró en esta tragedia (no
que se basó estrictamente), dado
que en la misma pasan otras cosas que
en la realidad nunca ocurrieron. Además
los hechos tienen lugar en las costas
cercanas al límite entre Estados
Unidos y México. La protagonista,
por ejemplo, es presentada como una mujer
que de pequeña fue testigo de la
muerte de su padre, mientras estaba nadando
en un lago con él. El hombre en
un momento se sumerge y no sale a la superficie.
Ella intenta salvarlo pero ya era tarde
(el film no lo dice pero da a entender
que tuvo un infarto). Ese recuerdo la
acompaña permanentemente, a tal
punto que le produce un miedo atroz al
agua. Y la película abusa bastante
de ese recurso, cuando durante la tragedia
del yate se le presenta un caso similar.
Ese sería el único defecto
que se le podría achacar a la obra,
porque en lo demás el director
alemán Hans Horn logra crear climas
tensos, a veces desesperantes, situaciones
donde el interés nunca decae. Y
todo se valora más aún,
teniendo en cuenta que estaba a cargo
de trasladar un relato que en su gran
mayoría se desarrolla con sus personajes
ya situados en el agua.
A la deriva, sí,
tuvo un comienzo típico de grupo
de amigos que vuelven a reunirse después
de 5 años, que tomaron distintos
caminos en ese tiempo, y que ahora estaba
dispuesto a pasar una jornada con mucha
diversión de por medio. El preferido
de los asesinos seriales en las películas
slasher norteamericanas, para
decirlo de otra manera. Pero no se sabe
hasta qué punto la película
quiso trazar un paralelismo entre esta
gente en general tan despreocupada y distraída,
y el hecho de olvidar algo simple y a
la vez fundamental que les podía
haber ahorrado todo lo que pasó
al final de cuentas. Sin embargo, en situaciones
límite, terminan aflorando algunas
formas de ser que van más allá
del instinto de supervivencia. Y ahí
hay otro acierto de la película,
en el tema de esa imagen no tan real que
se da frente a los demás, en las
ostentaciones, complejos y resentimientos
que algunos cargaban consigo.
El final puede resultar algo ambiguo.
Obviamente, nada puede revelarse pero
hay cierto toque sobrenatural bastante
sorprendente y bienvenido, por cierto.
Y es que el tema de las misteriosas apariciones
de yates sin tripulantes a bordo ha sido
objeto no solo de la policía sino
también de revistas de misterio
e investigación, donde el caso
más representativo siempre apunta
al navío británico "Mary
Celeste", en Azores (Portugal, 1872).
Los marineros que llegaron encontraron
todos los compartimentos vacíos
pero con los objetos de valor y demás
pertenencias en su lugar (incluyendo 1.700
barriles de alcohol). Todo estaba en orden,
aunque lo más desconcertante fue
el hallazgo de una pipa humeante y tazas
de té que todavía estaban
tibias... Otro caso parecido se dio en
Rhode Island (Estados Unidos, 1850), cuando
una embarcación que se dirigía
a la costa y venía a una velocidad
poco normal terminó estancada en
un banco de arena, ya que no había
nadie dirigiéndola. El nombre del
barco era "Seabird" y lo que
se encontró fue un desayuno prolijamente
servido, todas las pertenencias, y ninguna
señal de violencia o desorden,
salvo un intenso olor a tabaco y café
recién hervido...
Los expertos en el tema aseguran que a
veces las causas de los yates fantasma
tienen relación con secuestros
o caídas debido a golpes de mar,
que a veces manda a la muerte a sus tripulantes
(como pescadores) y en otras ocasiones
les deja energías suficientes como
para nadar a alguna milagrosa isla cercana
y esperar a que sean rescatados. También
se comprobaron casos de falta de combustible
y con rumbo que había sido fijado
en piloto automático, y más
actividades ilícitas, como tráfico
de indocumentados; los tripulantes abandonan
rápidamente la embarcación,
que a veces es encontrada con el motor
en marcha (en punto muerto) y el equipamiento
de cabina en perfecto estado. El impacto
de un rayo en la antena principal también
está entre las causas que llevan
a sus tripulantes a estar a la deriva,
debido a daños materiales y desperfectos
mecánicos.
A la deriva tuvo un paso
fugaz por el cine (apenas una semana en
cartel) pero está disponible para
ver en DVD. También forma parte
de los escasísimos ejemplos alemanes
del género que llegan muy de vez
en cuando al cine, a los videoclubes e
incluso a festivales especializados. De
entre los más reconocidos, incluyendo
los polémicos y prohibidos, se
destacan los trabajos de Jörg Buttgereit
(especialmente Nekromantik
y Schramm) y realizadores
surgidos de la movida underground,
como Timo Rose y Uwe Bowl. Este último
hasta llegó a desafiar en el ring
a todos aquellos críticos norteamericanos
que hablaran mal de sus películas
hechas en Hollywood... El trabajo que
más repercusión tuvo en
los últimos años ha sido
Anatomía (2000),
producción alemana que tuvo una
secuela en 2003, también dirigida
por el austríaco Stefan Ruzowitzky.
Los negocios de alquiler de embarcaciones
a veces se dirigen a sus potenciales clientes
con la frase de "dejar el mundo a
la deriva por 24 horas", pero lo
que también pueden dejar las personas
es la vida misma, con tan solo olvidarse
de apretar un botón.