.: Novedades :..: Películas :..: Informes :..: Entrevistas :..: Videogames :..: Festival Montevideo Fantástico :..: Twitter :..: Home :..: E-mail :..: Imprimir Documento :.




Todas las Martes 13

UNA SAGA INMORTAL

por Jorge Pinheiro y Alejandro Yamgotchian (febrero, 2003)


Lo de sentimiento inexplicable no es lo que más coincidiría con el relativo éxito de cualquier secuela de Martes 13 (Friday the 13th). Más bien se debe a un rito ejercido por parte de un puñado de seguidores, desparramados por el globo, que hace que cada película recaude un promedio de 25 millones de dólares, al menos en Estados Unidos, y que, por lo tanto, tenga continuidad. También puede asociárselo a una simple adicción hacia un loco psicótico alto, robusto y que viste ropa sucia de fábrica, que lleva una máscara de hockey delante de un rostro deforme y un relativamente limitado cerebro que solo piensa en matar, quizá en nombre de una madre asesinada o bien porque el infierno cada vez se codea más con él, convirtiéndolo en mal puro e imbatible.



Lo cierto es que existe gente como nosotros (que incluso comenzamos a hablar en el barrio, entre otras cosas, por ser fanáticos de la saga Martes 13, allá, a fines de la década del ´80) que sigue desde sus comienzos los enchastres de Jason; ya sea en cine (estas películas eran un clásico de los bonos liceales; a los del Centro en general no nos dejaban entrar por ser menores) o en video (pocos, como el desaparecido Video Club Del Sol se daba el lujo de poseer en sus estantes todas las Martes 13).

Pero la saga es odiada por la crítica y también por ese espectador de gran público. Es muy fácil, claro, hasta para un adolescente de quince años, decir que una cuarta, quinta o décima parte va a ser mala. No obstante hay algunos elementos llamativos en cada una de las películas donde aparece Jason Voorhees, aquel niño que se había ahogado en un lago (el Crystal Lake) pero que, sin embargo, pudo haber sido salvado por los responsables del lugar, de no haber estado tan distraídos. La madre fue más que consciente de eso y decidió tomar acción por mano propia. Hay bastante de Noche de brujas (John Carpenter, 1977) y del modelo de Bahía de sangre (1971), empleado por el maestro italiano Mario Bava. De Martes 13 II: Los asesinatos continúan (1981) hasta la reciente Jason X (James Isaac, 2001) las películas se convirtieron en mera excusa para masacrar jóvenes y adultos, ya sea en campamentos de verano, barcos, ciudades y hasta naves espaciales, aunque casi todas pasaron por realizadores dignos que incluso intentaron darle su propio toque de distinción al producto de turno y con diversos resultados.

El único gran defecto de toda esta saga es que muchas secuelas no respetan lo ocurrido en las anteriores; es decir que el espectador se va a encontrar con fechas y hechos que no coinciden del todo. Seguidamente, vamos a hacer un repaso medular a cada una de las diez partes (nos quedó mucha cosa fuera), quedando a la espera de la inminente Freddy vs. Jason, que se estrenará a mediados de este año (2003) en Estados Unidos y que estará dirigida por el chino Ronny Yu. El asesino de la saga Pesadilla en lo profundo de la noche volverá a estar encarnado por Robert "I need the money" Englund, quien siempre dice "nunca más voy a ponerme en la piel de Freddy Krueger" aunque permanentemente vuelva con la cola entre las patas al único rol que lo destacara con creces, mientras que el hecho curioso es que Kane Hodder, el hombre que interpretó a Jason en las últimas cuatro partes de Martes 13 será sustituido ahora por Ken Kirzinger, un actor más alto y robusto aún que Hodder.

Martes 13 (Sean S. Cunningham, 1980) - La primera, la que pisó el acelerador y motivó a otros productores a hacer numerosas películas de asesinos seriales durante la década del ´80 y con resultados de toda clase y color. La dirigió Sean S. Cunningham, admirador confeso de Mario Bava y responsable de obras como Alguien te está mirando (1982) y Abismo del terror (1989), aunque ha trabajado mucho más como productor. La historia de Martes 13 gira en torno a una serie de brutales asesinatos en el campamento de Crystal Lake, lugar donde había fallecido un niño, en 1957, ahogado ante la mirada de ineptos guardias, según la dolida madre. Un clásico instantáneo, hecho con apenas 700.000 dólares y que recaudó casi 40 millones sólo en Estados Unidos, no llegando a la cifra de Noche de brujas pero sí llamando la atención de muchos. Un relato correcto, sin muchas aspiraciones, aunque sí con la violencia necesaria como para marcar la personalidad de una larga saga. Hay una parte que está, sin dudas, entre lo más terrorífico que se pueda ver una sala de cine. El susto al que es sometido la protagonista al final (que iba a ser Sally Field) es algo que hace por lo menos sobresaltar a cualquiera que lo mire por primera vez, a tal punto que Tom Savini, el maquillador y creador de la escena, iba a las funciones para ver la reacción de la gente durante esa secuencia, en un bote en el lago, en los últimos cinco minutos de imágenes. El film termina dando lugar a una secuela, ya que el cadáver del pequeño Jason no es encontrado por la policía. Cabe acotar que en el elenco aparece el luego famoso Kevin Bacon y que en Noruega circuló la versión original, que todos vieron, y una muy cortada, para mayores de 15 años.
 
 

Martes 13 II: Los asesinatos continúan (Steve Miner, 1981) - La secuela inevitable y tolerable para un público que si bien no respondió de la misma manera en boletería (apenas 20 millones de dólares en Estados Unidos), fue testigo de un film con pasajes bastante buenos, sobre todo (otra vez) cerca del final, con otro gran susto que volvió a helar plateas. Luego de haber muerto la vengativa madre de Jason en la primera parte, la historia se desarrolla en el presente y con una nueva serie de asesinatos. En realidad Jason no se había ahogado y logró vivir todos estos años como un ermitaño en una rústica cabaña, en las profundidades de un bosque cercano al lago. De ahí en más comienza a buscar a la joven que había matado a su madre y ya de paso se manda casi diez matanzas en otro campamento cercano a Crystal Lake. Aquí el joven Jason ya comienza a tapar su deforme rostro con una vieja bolsa de tela, al mejor estilo de la del misterioso asesino de El pueblo que temía al anochecer (¿se acuerdan cuando la daba Canal 4, a fines de los ´70?). El director de esta secuela, Steve Miner, debutaba detrás de cámaras con este trabajo, al que le siguió la tercera parte de Martes 13, la primera de House y Warlock, la séptima de Noche de brujas y hasta El cocodrilo (1999). Muchos se quedan más con la primera que con esta, pero no son pocos los que prefirieron más esta segunda parte, que no le va en zaga a la original.
 
 
Martes 13 III: 3-D (Steve Miner, 1982) - Los que la fueron a ver al Cine Ambassador (Q. E. P. D.) recordarán los lentes de cartón para ver la película en 3-D y la espantosa música bailable de los créditos iniciales. Bastante floja, en general, aunque con algunas muertes tan creativas como impactantes, algo más crudas que las dos partes anteriores y con un crimen que debe estar entre lo más espantoso que se haya visto de asesino serial alguno en una película. Y eso que hubo que recortar escenas de sexo y violencia, por el tema de que no la calificaran "X" en EE. UU., algo perjudicial para la taquilla. Prácticamente no hay historia y solo los efectos tridimensionales de los asesinatos son los que se roban toda la atención. Aquí, por primera vez, Jason se pone esa icónica máscara de portero de hockey que luego no se sacaría más, gracias a una de sus víctimas (un gordito pelotudito) que la deja a su merced. El asesino, aquí, recibe golpes y agresiones mortales de todo tipo, pero se levanta y sigue. Como que el hoy inmortal Jason Voorhees comenzaba a nacer en esta tercera parte, convirtiéndose en algo no tan fácil de vencer. Presten atención al grupo de pandilleros motoqueros ochentosos, a sus nombres y las cosas que dicen, una vez que se meten en el establo y son liquidados por Jason; todo un show. La película costó 4 millones de dólares y recaudó más de 36, sólo en Estados Unidos (¿habrá sido por el 3-D?), lo que la convierte en una de las más exitosas de la saga. Aquí en Uruguay fue calificada estrictamente para mayores de 18 años, mientras que en países como Alemania Occidental fue prohibida.
 
 
Martes 13 IV: Capítulo final (Joseph Zito, 1984) - La mejor de todas, las más tensa, la más sangrienta, la más oscura pero también la que mejor supo sacarle el jugo a la anatomía de un Jason que estaba bravísimo, sobre todo en los quince minutos finales, que deben estar entre lo más tenebroso y mejor filmado de toda la saga, gentileza, también, de un maestro del maquillaje como Tom Savini. Olvídense de la historia y los personajes tanto en esta como en todas las secuelas que vendrían. La excusa ya es producir asesinatos y luego recaudar con lo que los adolescentes dejen en boletería, pero hay que ver de qué manera se filman algunos pasajes, con un asesino que prácticamente persigue enloquecido y muy de cerca a sus inminentes víctimas. Todo parece hecho como a las apuradas, pero realmente llama la atención el dinamismo que se consigue en varias secuencias e incluso el miedo reflejado en el rostro de los personajes, algo que cobra bastante interés cuando nos enteramos de que el que interpretó a Jason en esta secuela (Ted White) no le hablaba a ninguno de los actores durante la filmación y pasaba mucho tiempo con la máscara puesta, mirándolos fijo, para que sintieran más temor al momento de rodar. A Voorhees, en ésta, le dan palo y palo, ya que además de partirle un televisor por la cabeza, le atraviesan un machete desde la cara a la nuca; no contento con esto, el nene calvo (Tommy) procede a rebanarlo en juliana durante la sangrienta escena final, mérito de Savini. La película llegó a recaudar más que la tercera parte (33 millones en EE. UU.). En Suecia circuló una versión cortada para mayores de 15 años, mientras que en Alemania Occidental reinó nuevamente la prohibición.
 
 



Martes 13 V:
Un nuevo comienzo (Danny Steinmann, 1985) - Jason, finalmente, había muerto con el horrible machetazo que le partió el marote al diome, gentileza de un niño llamado Tommy Jarvis. El mismo Tommy fue a parar a una veraniega clínica psiquiátrica, lugar donde... ¡acertaron!; comienzan de nuevo los asesinatos; y todas las miradas apuntan aaaaaa... ¡¡¡Jason!!! Pero ojo; en realidad se trata de otra persona que por motivos personales hereda los hábitos del difunto asesino, viste igual que él y hasta consigue una flamante máscara de hockey. Un poco en el estilo de la cuarta parte, con bastante gore (abundancia de sangre), sin guión ni caracteres, escasa inspiración visual, y varias muertes jugosas (hay dos que son bastante fuertes) que vuelven a convertirse en el gancho para atrapar adolescentes. El final da a entender como que Tommy queda tan traumado al ver nuevamente a Jason, que él mismo comenzaría, supuestamente, a asesinar una vez que escape del lugar donde está internado. Algo de eso se había insinuado al final de la cuarta parte, con Corey Feldman (interpretando a Tommy de niño) mirando fijo (y alterado) a la cámara, luego de haber dado fin a Jason. Un nuevo comienzo recaudó más de 21 palos verdes en Norteamérica.
 
 
Martes 13 VI: Jason vive (Tom McLoughlin, 1986) - El director de la reciente Secretos ocultos (2001) y también responsable en televisión de Ellos pueden volver (1991; sobre obra de Stephen King), algunos episodios de la serie Las pesadillas de Freddy (1988) y su ópera prima Mausoleum (1983), convierte a Jason, decididamente, en un ser inmortal, a causa de un rayo que cae en su tumba y lo revive, mientras (nuevamente) Tommy Jarvis intentaba destruirlo de una vez por todas, yendo al cementerio con un amigo para quemar lo que quedaba del cadáver. A pesar de que el eje narrativo no tiene pies ni cabeza, vuelve a reiterarse la fórmula que venía agradando a los seguidores de la saga: varios asesinatos violentos, un Jason cada vez más maléfico, sanguinario y descontrolado, un poco de sexo entre descerebrados jóvenes y, en esta ocasión, una banda sonora que, aparte de la (otra vez) alevosa inspiración de Harry Manfredini en la inmortal música del master Bernard Herrmann para Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), contaba con la participación de Alice Cooper y su tema "(He´s Back) The Man Behind the Mask". Se rescatan algunos planos, más que nada, donde se resalta la temible apariencia física de Jason y... a no pedir mucho más. Aquí también es donde comienza a verse al asesino con un poco de humor; en un momento mueve apenas su cabeza al compás del rock´n roll que escucha desde un vehículo y en otro se acerca a una niña que estaba durmiendo y la mira como para jugarle un "serio", mientras la pequeña se pone a rezar y con los ojos cerrados por la impresión. Cabe acotar que hasta ese entonces Jason no perdonaba a nadie, incluso a dos niños a los que casi hace puré, tanto en la cuarta (Jarvis) como en la quinta parte (el morenito). Esta secuela recaudó apenas 20 millones de dólares en USA.
 
 



Martes 13 VII: La nueva sangre
(John Carl Buechler, 1987) - En ésta aparece por vez primera el actor Kane Hodder, interpretando a un Jason mucho más rápido, zarpado y robusto, aquí enfrentado a una joven con poderes telequinéticos y cuyo insoportable psiquiatra intenta explotar en lugar de curar. Su madre no la entiende y su padre yace ahogado en el mismo lugar donde había quedado Jason en la sexta parte. En un ataque de bronca la protagonista se siente mal e intenta revivir a su fallecido familiar con sus poderes, aunque no hace más que liberar a... acertaron. Buechler es, en realidad, un experto en efectos especiales y como que aportó algunas dosis más técnicamente cuidadosas al asunto e incluso algunos buenos momentos de sobresalto. La receta es la de siempre, claro, aunque la Paramount puso unos morlacos más (supuestamente para hacer algo más digno que en las secuelas anteriores) pero terminó desilusionada, al ver que la película apenas recaudó 19 millones de dólares en Estados Unidos. Antes había intentado llegar a un acuerdo con la New Line Cinema (dueña de los derechos del personaje de la saga Pesadilla...) para enfrentar en esta séptima parte a Jason contra Freddy, pero la idea, por diferencias, no prosperó... hasta mediados de 2003, momento en que se estrenará finalmente Freddy vs. Jason.

 
 

Martes 13 VIII: Jason toma Manhattan (Rob Hedden, 1989) - O El crucero del terror. Jason yacía otra vez muerto, supuestamente por el ataque de un muerto vivo (el padre de la joven en la séptima) quien, gracias a los poderes de su hija, revivió, pegó un salto fuera del agua, tomó a Jason y lo mandó guardar otra vez a las profundidades. Pero hete aquí que el ancla del yate de una pareja se desprende, corta un cable de energía subterránea, hace cortocircuito con el cuerpo de ya saben quien y revive nuevamente por electricidad a ya saben quien, para deleite de todos los fans. Ya no se puede hablar de terror sino de partes que son agradables de ver (lo de divertidas o no puede quedar librado a la subjetividad de cada uno), más teniendo en cuenta que Jason abandona por primera vez su sede social de matanzas y se cuela en un barco. El relajo que arma es tan grande que los sobrevivientes terminan en Nueva York. Y hay que verlo en la ciudad, realmente: Jason caminando por Times Square, toda una novedad. Chapa a un cocinero forzudo (Ken Kirzinger, el próximo Jason de Freddy vs. Jason) que sale a hacerse el macho y lo tira como a una bolsa de papas contra el gran espejo de un bar, se mete con peludos drogadictos en el puerto y los hace pelota también, después se enfrenta a un boxeador en una terraza, entra a meter peso en un subte, le patea el radiograbador (tipo marca "Lucky", el que vendía Carlos Gutiérrez) a un grupito de punkies y hasta se hace el Charles Bronson con un pobre obrero sanitario (David Longworth, nuestro actor terciario de culto), al que lo hace de goma. El final, aquí, ya se va al carajo, a tal punto que en la novena parte no se respeta nada de lo que ocurrió en esta octava. Jason termina totalmente consumido por los residuos tóxicos de un túnel, no sin antes gritar "Mami, mami" o convertirse en niño y volver a transformarse en adulto. También causa una seguidilla de rayos en el cielo neoyorquino, dando a entender que la razón por la cual nunca muere tiene que ver con una fuerza sobrenatural. Se nota que la idea era darle fin a las andanzas de Voorhees con este final, aunque por suerte no lo lograron. Es la secuela más bizarra, por lejos, pero también la más divertida y que, por suerte, respetó los clásicos ingredientes de la saga. Costó 5 palos verdes y recaudó algo más de 14, sólo en Norteamérica. La Paramount, al ver que esta secuela fue la que menos recaudo de todas, decidió no distribuir nunca más una secuela del tierno y mimoso Jason.

 
 
El último Martes 13: Jason va al infierno (Adam Marcus, 1993) - La New Line se hizo, finalmente, con los derechos de la saga Martes 13, pero ahora las diferencias que habían, a la hora de filmar Freddy vs. Jason, eran más bien artísticas, por lo que otra vez se trancó la producción. Por ahí apareció un director británico llamado Adam Marcus, con vasta experiencia teatral, quien le prometió a los ejecutivos de New Line hacer la mejor secuela de todas, con actores profesionales y un buen guión, al servicio de un típico producto "clase A". El resultado: la peor de todas las partes, la más aburrida, incoherente, absurda, y la que menos muestra a Jason, dado que aquí asesinan todos los contagiados por los poderes demoníacos del corazón del peligroso asesino, a quien el FBI le tiende una trampa, al comienzo del film, lo desintegra, pero el órgano en cuestión es mordido por una persona en la morgue, quien luego comienza a contagiar la sed de crimen a otras; pequeños Jason (el guionista debió dejar el licor antes de escribir). Por ahí también aparece una descendiente de los Voorhees (la única que puede darle fin, aparentemente, con un cuchillo tipo "Ginzu", especial para exterminar Jasons) y un oscuro cazador al mejor estilo Van Helsing ("yo sé todo sobre Jason y tengo la fórmula para mandarlo al infierno"). Como ven, Jason ya es parte del inframundo y ahora no bastará con machetes para eliminarlo. El brazo que ven al final (de Freddy Krueger), y que se lleva la máscara de Jason, es también del mismo actor que lo encarna, Kane Hodder. Recaudó apenas 16 millones de dólares en Estados Unidos, un poco más que la octava.
 
 
Jason X (James Isaac, 2001) - En realidad se terminó de filmar en 2000, costó 14 palos verdes (bastante poco para lo que se termina viendo en pantalla) y recaudó lo suficiente como para desquitar costos y... ¡motivar la continuación de la saga! El director James Isaac confesó su idolatría por David Cronenberg (quien aparece incluso haciendo un pequeño papel al comienzo), mientras que el guionista Todd Farmer ignora en parte el final de la novena (¿qué pasó con Freddy Kruger?) pero respeta el hecho de que Jason es un ser del infierno y de ahí el llamativo comienzo de los títulos. Acá el diseño de la máscara (como la de Michael Myers en la inminente Halloween: Resurrection) es mucho más grande y oscuro, como si en ella hubiera un rostro dibujado y con cara de enojado (Jason también sigue la moda). Todo comienza cuando el asesino es accidentalmente metido en una cámara criogénica y recién es descubierto cinco siglos después, es decir en el XXV, por una máquina de entrenamiento de rutina en la que viajaba, como no puede ser de otra manera, un grupo de estudiantes lelos. La Tierra está hecha pomada y es inhabitable (seguro que Bush, Sharon y Blair apretaron el botón rojo). Hay otras colonias, sin embargo (se habla de Tierra 2) adonde la gente de nuestro viejo planeta se ha ido. Aquí Jason está más grande y sanguinario; comete un montón de violentos asesinatos y hasta es transformado, luego de ser capturado, por una tecnología de avanzada en Uber-Jason, una especie de ser mitad humano - mitad androide (parece un luchador de Mortal Kombat) pero siempre con espíritu demoníaco y dispuesto a seguir dando machetazos. La película es sorprendentemente aceptable, se burla nostálgicamente de la saga y también de la actitud demencial de Jason. No es ambiciosa en absoluto (como la novena parte) y se las ingenia para manejarse con elementos dignos de un producto clase B, aunque hay que mencionar que las apariciones de Voorhees son las que le dan prestigio y seriedad al producto, mérito esta vez de Kane Hodder.


VER RESEÑA DE FREDDY VS. JASON
VER RESEÑA DE VIERNES 13 (REMAKE)

.: Derechos Reservados :.